Ethnographic
Publication Site
spanish version
Después de la Etnometodología
por Abdel Hernández San Juan
5- Ricardo Benaim: Un Experimentalista Ingenioso.
En la escena de las artes plásticas venezolanas un artista
resalta por la peculiaridad de sus incursiones, Ricardo Benaim, tanto
por sus pinturas y obra plástica individual como por el modo
en que ha hecho de su taller y estudio un espacio para la creación
de iniciativas propiciadoras de la promoción del trabajo a
artistas de su propia generación y a los más jóvenes.
Uno de esos artistas plásticos que se caracterizan por trabajar
simultáneamente en varias obras que va llevando a la par y
a las cuales dedica en ocasiones algunos meses. Si bien, cuando se
trata de una invitación repentina puede acometer el trabajo
de desarrollar una serie y concluirla, lo usual en su estilo es que
su amplio taller, situado en su casa en la urbanización de
Altamira y en el cual desde la mesa en que come, hastas los más
sencillos utensilios de la vida cotidiana son hechos por él
mismo en tanto búsquedas plásticas y filosofía
de vida, permanezcan simultáneamente en diferentes espacios
distintas piezas, en unos casos telas de mediano y gran formato que
expone a extensos e interesantes procesos de transformación
y curtido físico, procesos de lluvia, oxidación, químicos
e incluso el uso mismo colocadas sobre el piso sobre el cual se pinta
y se camina, en otros casos obras integradas por fragmentos en los
que prevalece la idea de delimitar como subcuadros dentro de cada
pieza como un todo, fragmentos escogidos que son resultantes de los
procesos de experimentación plástica sobre aquellas
telas y maderas.
Si bien algunas piezas de Benaim surgen de la expresión directa
con el pincel sobre la tela, estas son las menos y el más pródigo
lado en sus pinturas viene dado por la conjunción entre estas
telas que recicla luego de exponerlas a procesos naturales, químicos
o de uso, y el trabajo posterior de ir plásticamente haciendo
a la vez ambas cosas, experimentando con nuevos materiales sobre aquellos
resultados espontáneos y seleccionando fragmentos en aquellos
y estos nuevos resultados con los cuales—tomados en sí
mismos como pequeños universos—compone sus piezas finales.
Si bien la idea de ir haciendo las pinturas y obras como resultado
de la relación entre la asimilación de cosas que se
van dando en el proceso, la contemplación receptiva de los
resultados y el dejar que participen en la estética final de
las piezas, no es algo nuevo en la pintura—ha caracterizado
en general el tipo de ímpetu del informalismo en la posvanguardia—lo
que llama la atención en este plástico –además
de las peculiaridades de sus telas y fragmentos ordenados--es la forma
como su experimentalismo ha devenido en un estilo de vida, tanto en
el ir haciendo de sus piezas y exposiciones propias, como de experiencias
a las que invita a otros artistas.
Las telas de Ricardo tienen personalidad. Dado el acentuado experimentalismo-de
tipo más puramente relacionado a los materiales, que propiamente
metafísico—estas podrían en ocasiones dar la impresión
de una cierta ligereza, sin embargo, lo que da valor y significado
a sus trabajos es el modo en que las diferentes obras forman parte
de un extenso proceso de búsquedas, son telas que requieren
tiempo para ser contempladas y observadas, no para ser percibidas
en cuatro o cinco recorridos de la mirada. No se trata de tiempo de
contemplación, como en artistas propiamente matéricos—una
parte del arte matérico se ha caracterizado también
por ese tipo de experimentalismo fisicalista más interesado
en los materiales —en el sentido de observar detenidamente detalles
texturales o propiamente relacionados a la densidad y el espesor más
o menos tramado, más o menos curtido en sus superficie pintadas-,
sino de contemplar la peculiaridad de sus soluciones.
Benaim es uno de esos artistas ingeniosos que siempre encuentra respuestas
distintas y curiosas a los diferentes problemas que se le van planteando,
sus obras, tanto aquellas consistentes en pigmentos sobre tela o madera,
como aquellas otras basadas en fragmentos compuestos, resultan interesantes
por la curiosidad e ingeniocidad que suscitan en el espectador; los
modos siempre distintos en que resuelve los problemas que la experimentalidad
le va planteando. Y es en este sentido también curioso cómo
Benaim ha llevado sus aprendizajes sobre ese modo de pintar, hacia
otro tipo de incursiones. Pienso no sólo en sus obras utensilios,
mesas, sillas, elementos del hogar algunas de las cuales también
ocasionalmente se entusiasma y las hace en series para regalarlas
en unos casos y para venderlas en muchos otros, sino en experiencias
artísticas promocionales.
No voy a referirme a muestras sobre las cuales ya he publicado textos
para catálogos, la prensa y otras publicaciones organizadas
por este plástico venezolano, sino en su creación de
iniciativas de publicaciones y exposiciones realizadas sobre nuevos
medios en las que da a conocer el trabajo de nuevos artistas. Un caso
en su libro para veinticinco artistas venezolanos, experiencia que
Benaim suscita varias veces al año consistente en invitar a
veinticinco artistas venezolanos –luego de definir un tema para
cada ocasión—la “naturaleza muerta”, “la
ecología”, “el hombre”—etc, a que propongan
cada uno individualmente su página, libro que posteriormente
él realiza uniendo las veinticinco propuestas, encuadernándolas
y reproduciéndolas.
Los artistas crean sus proposiciones, desde respuestas sobrias y convencionales,
--tomar la página como es y tratar sobre ella texto e imagen
en una relación usual, o transformar su página en una
experimentación donde los espectadores tienen que dar vueltas
boca arriba al libro para que escuchar cómo suenan las semillas
naturales de un lado al otro de la página por entre una recubierta
con un vacío interior, hasta raspar con el dedo y oler, por
mencionar dos ejemplos entre esos que invitan a la interacción
del espectador. Así como varias ediciones de diferentes números
de este libro ha propiciado, estimulado y promobido Benaim, su labor
como artista es constantemente creativa desarrollando cada año
nuevas respuestas a los problemas que se le van planteando, desde
exposiciones de artistas plásticos venezolanos hechas para
un almanaque, hasta para una agenda y afiches, entre otras tantas
cosas.
Ricardo Benaim, además, es un buen ejemplo del artista plástico
en la postvanguardia, que es artista en la creación de su propia
obra, pero también productor de su obra e incluso estimulador
y promotor de la obra de otros. Que realiza y presenta exposiciones
resultado de extensas experimentaciones, tanto como hace pinturas
y piezas creadas para ambientes en los que se las compran, el artista
de hecho, como parte de su visión integral, desarrolla una
perspectiva autogestionaria, es decir, lo más autónoma
que puede cada año, haciendo también de marchan y mecenas
de su propio trabajo plástico, me refiero al mercado del arte.
Aunque algunas galerías promueven su trabajo como facilitadoras
y representantes comerciales, Benaim crea formas inventivas para estimular
la venta utilizando sus ganancias, además de sus fines privados
y estilo de vida, para hacer posible el tipo de trabajo promocional
que realiza.Y esto peculiariza a Ricardo hacia el arte y hacia el
mercado a nivel de valores, el artista ha sabido hacer del mercado
de su estética, un proceso que le ayuda y propicia, y no una
fuerza sin dirección que le arrastra en la mercantilización
y alienación a que se ven llevados no pocos cuando asumen el
mercado en las artes plásticas.
El concepto de fragmentos es importante para aquellos que quieran
comprender el trabajo plástico de Benaim, algunos entre estos
fragmentos se relacionan entre sí, otros van a parar a propuestas
que no tienen que ver unas con otras, pero el concepto mismo —en
su riqueza ecológica y creativa—está presente
en el modo en que son estéticamente sus piezas. Un experimentalista
ingenioso.