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Después de la Etnometodología
por Abdel Hernández San Juan
14- Obicuidad Poética: Espiritualidad y Unicidad en Tania
Brugueras
Sólo el concepto de “dios”, como tal carece de
afuera. Según esta acepción todo estaría provisto
de un afuera y de sus afueras--, la diferenciación misma recurre
--y más precisamente en el concepto de objetivación--,
a sus afueras y a los afueras, y sólo la idea de dios se ofrece
a la creencia como una interioridad absoluta que nunca recibiría
su afuera o sus afueras. Por eso en su límite más interno—podemos
relacionar los conceptos de alma y dios, este último parece,
como el alma, provisto de una interioridad absoluta, totalidad irrecorrible
según aquellas exterioridades que mostrarían –en
sus afueras—su forma toda, entre otras formas. Y por eso afirmamos
que el ofrecerse de una exterioridad, el darse el afuera, el proveer
el afuera es siempre, e inevitablemente una actividad crítica,
la cual supone, bien sea desde la exterioridad que se confiere a sí
misma la forma, en lo que la cierra sobre sí misma desde su
afuera—o en el afuera que le clausura en la totalidad estética,
un asunto relacionado a la unicidad de la obra, tanto el concepto
de unicidad entendido como la forma que clausura según la sustancia,
como este otro concepto de unicidad que se hace en la crítica;
en aquel la unicidad se osifica recogiendo el valor para volverlo
sustancia, icono, tótem, deidad, valor suntuario, y en este
otro la unicidad se libera en la crítica.
Susceptible pues a crítica el principio mismo según
el cual damos el afuera, o digamos mejor no el, sino la exterioridad
toda, su ser recorrible, la crítica a toda expresión
artística que suponga el performance, tanto su concepto como
sus variables en determinados lenguajes, materiales, soportes, la
imagen, el cuerpo mismo, debe ser crítica a ese gesto. Cómo
puede ser tal pues, por ejemplo, en el caso de un performance que
se supone en sí mismo y para sí descriptivo—esos
casos en que lo que le hace tal es –no su simple descripción
como cosa física--, sino también la narrativa que se
le supone en esa descripción, la crítica a ese performance,
sino se discute --no sólo la forma en que aquel se ofrece--,
como forma física, sino también en que a aquel se le
ofrecen sus exterioridades, lo exterior en general y, más allá,
sus afueras?.
Si el plano que habría de sucederse en sí mismo, desde
sí mismo—de acuerdo a una búsqueda que en las
piezas de Tania llamaré espiritual, no podría sino,
para darse su interioridad—ofrecerse como una cierta cualidad
de interioridad absoluta --cual sería entonces su forma de
darse en las piezas de Tania el performance, la interioridad y la
exterioridad que este requiere?. Cual sería, además,
su forma de darse a sí mismo la proximidad y la ubicuidad,
la mismidad y la distancia--,en los dos sentidos de la palabra proximidad,
aquello que se le hace próximo –cercano, y aquello que
se le hace siguiente a la vez como su “desde adentro siguiente”
y su “desde afuera posterior”?, cual sería la forma
que habría de tomar esa oblicuidad entre el adentro y el afuera?.
Ciertamente no aquella según la cual debería dejar de
ser, para en su lugar corresponderse a una narrativa en la cual ese
performance quería ser y devenir, sino antes bien aquella que
recupere en su totalidad estética, en su síntesis, en
su afuera crítico, la poeticidad literaria de sus imágenes,
de la propia imagen incluso de su cuerpo, y de los materiales en las
piezas físicas. Y cual sería el modo de esa continuidad
que se correspondería siempre a una relación entre fragmentos,
para darse tanto esa interioridad que requeriría en el plano,
un plano, otro plano, de este a aquel plano, como esa exterioridad
otra, ubicua y oblicua, según la cual, sin desmarcarle de su
plano absoluto—ese que su búsqueda espiritual requiere—lenguaje
de los materiales, narratividad de la imagen plástica, cuerpo,
etc.--, le ofrecería a su performance, esa pieza, esa imagen,
esa materia, la posibilidad de ser y la exterioridad requerida, la
unicidad de su totalidad estética, tanto como su cierre, su
cláusula, su documentación, su autoreferencia, su recursividad,
su bucle?.
No hay en Tania propiamente tautología, tampoco propiamente
metatexto—a pesar de su fascinación conceptual, y del
retorno sugerido aquí y allá, entre una pieza y otra,
en la pieza a sí misma, ella se inclina más hacia los
sensibles de la forma, que hacia sus conceptuales. El planteamiento
aquí es que la obra plástica de Tania Brugueras—y
en buena medida no necesariamente en acuerdo o de acuerdo a lo que
ella misma ha dicho sobre sus cosas—o incluso han dicho otros,
es una que supone—una búsqueda, que tanto en el nivel
plástico –de lenguaje--como personal de la artista—su
vida y experiencia, es espiritual. Proveniente entonces en buena medida
de ese impulso –a veces para ella misma o según su discurso
mística, otras simplemente a su lenguaje intuitiva--, pero
situada, sin embargo, por ello mismo, entre las líneas que
ese espiritual debe siempre—para darse su retroalimentación
y su ímpetu—recorrer según el plano, he de proponer
críticamente que ese plano obicuo en las piezas de Tania, debe
ser uno que corresponda a la serie, planos desde cuyas interioridades,
los afueras se deben ser contiguos y, por eso mismo—extensivos.
Según, por ejemplo, “Homenaje a Ana Mendieta” presentada
en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (año, principio
de los noventas) y consistente en su mayoría en piezas en tierra
en siluetas sobre la pared y sobre el suelo, tendríamos, en
el todo estético que cierra a la exposición sobre sí
misma, varias figuras, la espiritualidad mencionada, por un lado,
estaría planteada como alegoricidad de las imágenes,
el efecto poético, propio a ese despliegamiento sobre el espacio
de figuras y formas—, paredes y el suelo, realizadas en materiales
simples, como tierras, arcillas, alegóricas a la feminidad,
tanto como—en cierto modo también, por la reiteración
de imágenes típicas, la relación a otro texto,
la figura en este caso de la silueta, como algo que en otra parte
he discutido como más allá de lo intertextual. Dado
que, de acuerdo con el principio intertextual, un texto o un orden
de textos debe remitir a otro, en su nivel referencial, denotativo
o simplemente como parodia o cita, en esta muestra la poeticidad narrativa
implícita a las imágenes--, evoca más allá
del texto, aquel aspecto sensible que se desea comunicar. En la misma
medida, el aspecto—que en la obra de la artista homenajeada--,
se correspondía a determinados performances--, dejan de ser
para Tania, performances en aquella primera expresión de cosa
hecha como por primera vez, para devenir en un comentario.
Según otra serie de obras, tendríamos el planteamiento
sobre el principio mismo de la creación artística extensivo
a—nuevamente de acuerdo con la figura de la alegoría
en la imagen--, como aquello que daría con la generalidad más
amplia del proceso creador. En este caso una serie de piezas tridimensionales—en
tanto formas visuales—consistentes en imágenes a mecanismos,
piezas hechas en madera con papel natural en la forma de extrañas
pero inventivas bicicletas. La artista se sentaba a mover simbólicamente
esos mecanismos ofreciéndoles su movimiento, como naves utópicas.
Presentadas hace bastantes años en el Museo Nacional de Bellas
Artes (año), estas eran alusivas a ese principio mismo según
el cual se desarrolla la creatividad--posición ante el arte--,
tanto como ante la utopía de estas formas inventivas, a su
expresión en la sociedad y la cultura, en tal caso, el fenómeno
cubano de la Anir, Asociación Nacional de Inventores y Racionalizadores.
Así, según otra obra que consistió en transformar
su propio espacio o estudio—su casa en la Habana Vieja--, la
pieza devino en un comentario sobre ambas cosas, las relaciones entre
el arte y la vida, tanto como una obra de actitud hacia la validación
del habitad, tanto como, sobre todo en este caso—,espacio no
sólo personal a la artista, sino también espiritual—la
artista comunica como arte ese universo en el que lee, sueña,
intima, siente, se alimenta, vive sus rituales, espacio esta vez transformado
enteramente para la meditación, modificado con cómodas
colchonetas, y entre espacio y espacio pequeños ojitos que
hacían de este nuevo espacio como si fueran estrellas, estrellas
ante las cuales los espectadores—entrando en número tan
pequeño como fuere posible para ser individualizadamente recibido,
podía tenderse, acostarse a meditar, leer, etc.
Mientras “Homenaje a Ana Mendieta” refiere la propia forma
de entender el lenguaje en el arte--, debemos considerar que esta
muestra fue presentada en tiempos en los que estando en auge el asunto
de la intertextualidad en artistas coetáneos, se exploraban
posibilidades que le trascendieran, y mientras las bicicletas hacían
de su referente a la vez el principio mismo de la creatividad y hasta
los—para ese entonces llamados conceptos ampliados del arte—hacía
su comentario en torno a los más simples artefactos inventivos--,
esta otra lo hacía las relaciones no sólo entre el arte
y la vida, sino también hacia el espectador y, sobre todo,
ese espacio no-convencional, privado. En otra pieza Tania tomó
un bote viejo, de viejas tablas gastadas muy antiguo probablemente
de algún museo colonial, y se acostó remitiendo a la
idea del curso de la vida. “Desplazamientos” (98-99),
otra pieza más relacionada a la ritualidad del cuerpo, la artista
cubierta de tierra y clavos oxidados, permanece inmóvil durante
horas y luego sale a la calle caminando en alusión a Nkisi
Nkonde. “Poetic Justice” (2002-2003), fue una obra presentada
por la artista durante su residencia de un mes en la india, una en
la que más directamente está presente el aspecto espiritual
a su búsqueda, pieza instalativa de grandes dimensiones consistente
en transformar las paredes con pequeñas bolsitas de te usado,
y monitores de video.
La obra plástica de Tania Brugueras se mueve entre el carácter
literario-poético de las imágenes, en un lado, la poeticidad
más bien espiritualista—, remitente a su modo a Elso,
y expresada en los materiales, así como algo que, —recordando
el carácter expresivo en sus poemas--, prosa libre casi automática
creada en flujos de oraciones libres más allá de toda
puntación, saltando comas, puntos y renglones—poemarios
de texto entre esos que podrían continuar sin límites
en extensas secuencias de párrafos y párrafos, indudablemente
expresionista—sus piezas comunican cierta ambivalencia estilística,
si se inclina hacia Body Art, Arte Povera, Arte Proceso, etc., etc.,
elementos tales o cuales, con todo lo que en ello quiere remitir el
performance a la historia del arte—, posibilidades que ella
misma deja a la incertidumbre—y que no pocos jóvenes
en los noventas supieron titular como “La Huella Múltiple”
El priori de la forma que se expresa en sus piezas queda como espacio
perspectivo en Tania--. Hay en su obra una crítica a su vez
ante el fetichismo oscificador que clausuraba la forma en el concepto
de unicidad, entendido según la conformidad del valor a la
sustancia. En este rebasamiento que del valor tiene lugar por sobre
la forma—más allá y según otro itinerario
que no es el de la sustancia—(sustancialismo), en el irse presentando
de esa otra totalidad en perspectiva en que le llega la forma a la
obra de Tania, el espectador es anticipado. Se trata pues de liberar
la poesía como narratividad de la imagen, en la imagen de la
imagen, en el discutir ese performance y no así aquel performance
que quiere el mismo volverse narrativo—no sólo descriptivo
en sí mismo, sino también supeditado a una narrativa
que le de afuera, que le otorgue afuera, que le ofrezca exterioridad.
No es pues tanto para discutir las piezas de Tania un dar el afuera,
como el captar la exterioridad que a esa forma correspondería
como su propia formalidad y que en esa forma o no, esta hablando según
un lenguaje. Algunos fragmentos a poemas en prosa y versados escritos
por la artista plástico Tania Bruguera en diferentes años
–raramente nunca incluidos en alguna entre sus obras plásticas,
los situaría yo, aquí y allá, a fragmentos en
columnas—crucial a sus obras, las mencionaría en este
cierre.
Con la cabeza desde el techo, cabello humano, leche, tubería
plástica, envase y equipo de grabación, los espectadores
entran a una pieza de Tania y ven la imagen intencionalmente ambigua
de su rostro cubierto y luego graban sus impresiones, que a su vez
Tania vuelve a presentar en la galería misma para los nuevos
espectadores, “46 días, 46 performances”, (2002,
lugar). Grabada por una cámara conectada a un proyector que
muestra la imagen que es grabada en tiempo real, en una pieza más
multimedial, la artista crea figuras humanas pequeñas con masas
de pan que luego introduce en el cascaron, mientras se proyectan sobre
el fondo la misma imagen en grandes dimensiones (2004-2005, lugar),
ambas son buenos ejemplos de lo que he discutido.
Pero la pregunta sobre la obicuidad de ese otro comunicante entre
el adentro y el afuera, tanto como aquella otra sobre el darse en
sus performance a esa su otra exterioridad,—luego de muchos
años—en realidad–después de los siete recientes
que he vivido en la Universidad de Rice, Houston y New York, --no
estuvimos juntos ni en Chicago--, entre nuestros encuentros en Caracas,
1996 y más reciente en la Habana, 2006 --se torna también
con este ensayo en corroboración, el plano disipado a una contigüidad
en sus adentros, en el movimiento que desliza en la presencia de plano
a plano, a pesar de sus cierres, sus cláusulas, esa obra física,
esa muestra, esa instalación, la duración corta de ese
performance o multimedia, y, desde sus afueras, extensiones obicuas.
Por eso Tania ha devenido también, además de sus espacios,
propiciadora y promotora. Su obra es poesía obicua, su vehículo
es la serie, aun cuando no esté la misma referida, mencionada,
sus piezas hacen entre sí como series y la poeticidad de sus
imágenes es a la vez tan espiritual como obicua según
el modo en que se dan el adentro, en que disipan los planos según
los cuales se expresan –esta obra, aquella, el bote, el cielo
estrellado, el rostro cubierto, la espiritualidad, en que, explorando
para su sí, esa otra unicidad, se da sus afueras.