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Después de la Etnometodología
por Abdel Hernández San Juan
8- Jóvenes Artistas Anglos en la Galería de Arte de
la Universidad de Rice
La galería y el museo de arte contemplan, para la presentación
de muestras, espacios que tengan la suficiente neutralidad como para
que las obras presentadas puedan ser mostradas por lo que son, paredes
blancas que las ayudan a lucir, modos de iluminación que acentúan
aspectos que ambientalmente se quieren enfatizar. Las paredes blancas
y los modos de montaje e iluminación, no dejan de ser un elemento
de lenguaje que participa en las lecturas que los espectadores hacen
de las obras, las presentan. Del mismo modo que el “ready made”
llamó la atención sobre el “nombrar arte”
como momento “institucional del arte”, las paredes neutrales
blancas e iluminadas por lámparas--, suponen modos en que la
institución arte está presente en forma inclusiva en
la institucionalización de los “modos de recepción
y asignación de “significado” a los “objetos”
y “obras” que allí se presentan.
Las paredes y los códigos galerísticos mencionados,
a fin de cuentas, no son del todo neutrales. Su ocasional neutralidad
deriva en dependencia del tipo de “obras” y “significados”
en función de los cuales esos “modos presentacionales”
y de iluminación funcionan. La literatura sobre el concepto
de “institución arte” no contempla las “axiologías”
que explican los modos en que la “institución arte”,
además de algo comprensible en su objetividad externa—tal
institución, tal otra--, está presente --como “formas
inclusivas”—, en las “formas retóricas”
de “presentación” y “representación
del arte”; modos en que la institución, de un modo parecido
a cuando decimos que la lengua es una institución por el hecho
de que es aprendida y hablada sujeta a cambios sólo, sin embargo,
tras varias generaciones, la institución arte esta también
inscrita como institución en las formas; cuando todavía
no nos referimos a ella como una institución en sentido literal.
Los modos de disponer los espacios para presentar las obras son ejemplos
de la institución en la forma.
Toda retórica supone una práctica de lenguaje y, por
lo tanto, no sólo lo que se quiere y desea expresar, sino también
las formas en que los “modos de significar” vienen inscritas
“formas retóricas” las cuales ellas mismas, tienden
a “hablar por los sujetos” y “hacer hablar sus lenguajes”,
a mueven sus lenguajes hacia modos de significación en los
cuales no hablan el “sujeto individual”, “la persona”
o “la intención expresional”, sino lo que esas
formas “han hablado”, los modos en que “han sido
habladas”, formas que tienden a “hablan por los sujetos”.
Qué ocurre entonces cuando los artistas traen nuevas propuestas
las cuales en sí mismas suponen formas de plantear el espacio
con sus obras. Cuando digo que la galería de arte, el museo
de arte o la sala de muestras, devienen objeto de atención
para las obras que los artistas presentan, me refiero no a propuestas
estéticas en las cuales ello deviene un contenido en las obras,
una literalización mediante textos o un arte que se va a la
calle, sino a los modos como las obras mismas se plantean estos asuntos.
Si los espacios del mostrar el arte han devenido objeto de atención,
ha sido precisamente en este sentido y ello a dado al traste una multiplicidad
de nuevas formas artísticas, versátiles y renovadoras.
Las muestras de artes plásticas presentadas por Kimberly Davenport
en años recientes en la galería de la Universidad de
Rice han ofrecido formas variadas y ricas de lo que he discutido antes.
La galería de arte de la Universidad de Rice, un fabuloso espacio
entre cuadrado y rectangular de aproximadamente 15 metros de ancho
y un puntal que asciende a más de 7 metros, cuya entrada principal
dibuja una de las imágenes frontales más hermosas de
la Universidad de Rice en Houston, situada en el Sewall Hall entre
el Edificio del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y
el Departamento de Historia del Arte en la Universidad, ha sido receptora
de una serie de muestras que se encuentran entre las más originales
e innovadoras de los últimos años en Estados Unidos.
En los artistas presentados la galería como espacio deviene
objeto de la búsqueda heurística en las obras. En este
ímpetu varias muestras pueden entenderse como modalidades en
que los artistas han asumido ese “espacio”, desde artistas
que reinscriben transitoriamente el “espacio galerístico”,
transformándolo con otro lenguaje superpuesto, hasta otros
que hacen de sus obras experimentaciones para estimular un tipo otro
de relación al espectador menos pasivo del usual. No faltan
los que asumen el espacio en un modo convencional simplemente diseñando
en este con lenguajes entre lo bidimensional y lo tridimensional o,
como decía antes, proponiendo diseños desde el ordenador
computarizado, obras en las que comprenden el espacio en sentido virtual,
luego presentando sus diseños virtualizados en el espacio real.
Las muestras presentadas se han caracterizado por propiciar las condiciones
para que los artistas invitados presenten obras que asuman, no sólo
el espacio de la galería, sino la galería como espacio,
su principal reto.
En la muestra presentada por la artista anglo de Mahattan Phoebe Washburn
True, False, and Slightly Better, Rice University Art Gallery, 24
January - 24 March 2003, ella creó un mundo o universo el cual
los espectadores tenían que recorrer más allá
de simplemente modificar las obras con sus cuerpos, adentrándose
en un universo que invita a la curiosidad heurística, la idea
de que el espectador tiene realmente algo que indagar si se mete por
los recovecos de esta e incluso, como dice la artista, “subirse
y caminar en los diferentes niveles de la obra”. La muestra
consistió en una transformación casi total del espacio
con cartones que la artista reúne en su taller y los pinta,
deconstruyendo, de algún modo, las referencias neutrales a
este e inscribiendo en su lugar, como muestra transitoria, una metáfora
y una poética sobre el proceso creativo. Incluyó—como
parte de la pieza, señalizaciones en las que iba indicando
el proceso a la vez creativo y de montaje de la muestra, donde culminaba
el trabajo de un día dejaba la marca, mientras donde dejaba
el trabajo del próximo día dejaba otra marca; sucesivamente
hasta que concluyo la pieza.
La artista dirigió su obra al espectador explorando una forma
inicialmente bidimensional desde las paredes hacia una forma tridimensional
en el espacio. Una movida desde lo bidimensional hacia lo tridimensional,
esta consistió en cubrir las paredes y el espacio con cartón,
adhiriendo los cartones a la pared. La pieza se desarrolló
como un discurso plástico por series de capaz superpuestas
unas sobre las otras, dejando en cada una, reminiscencias de la anterior,
como un número de niveles que funcionaban tanto a nivel matérico
y textural –desde las paredes hacia el espacio y desde este
hacia aquellas—como en el sentido de una forma tridimensional
en el espacio—semánticamente aludiendo lo mismo a un
“mundo ecológico” de acumulación de remanentes
vuelto arte—material usualmente desechado—y recuperado
como material prima para el arte, que un paisaje.
En su caminar por la galería, el espectador podía encontrar
momentos en los que esta forma acumulativa se extendía ante
sí a la altura y por debajo de sus ojos como un paisaje de
diversas capaz, mientras por momentos caminaba por debajo –como
siendo su techo, otro techo de la galería--de esta gran forma,
observando el sistema de andamios sobre los que estaba montada, andamios
que en otras partes quedaban inscritos dentro de las grandes cantidades
de cartón. Como una muestra montable y desmontable las fotografías
de esta revisten un sentido que va más allá de la simple
documentación deviniendo importantes. En estas, por momentos,
podemos ver a la artista rodeada por el ambiente de la pieza durante
el proceso en que la montaba, el cartón como un mundo alrededor
suyo del mismo modo en que este está alrededor suyo en su estudio
de artista; su medio ambiente de vida. En otros momentos el cartón
deviene una capa densa de gestos e inscripciones del proceso de haber
sido hecha como obra de arte; podemos ver a la artista subida sobre
andamios o sobre el techo.
I consider that “True, False and Slightly Better”—younger
Anglo artist—is one of the more relevant piece of our time,
a piece created by a younger Anglo artist which is a piece of conceptual
and procesual art and which represent a powerful conceptual and emotional
metaphor about the possibilities of conceptual art between the more
younger generation inviting to reflection and ethically engaging the
spectator in the here and now of the piece presentation. Un ejemplo
muy distinto fue representado por la muestra del artista de California
Stephen Hendee SuperThrive 20 January - 27 February 2000--quien literalmente
cubrió pisos y techos en planchas plásticas transparentes
entonadas en un verde claro iluminado entre la pared y el plástico,
creando en el espacio formas irregulares iluminadas. Lo peculiar de
esta pieza, que revestía una atmósfera más bien
aparentemente fría por la simpleza de las formas, es que se
desarrollaba esencialmente como un lenguaje adjunto a las paredes
y el techo, más que como formas que formaran en si algún
desarrollo hacia el espacio mismo, es decir, era la obra que más
directamente creaba un universo nuevo en la galería, daba a
la galería misma como espacio nuevos significados y sentidos.
Mientras la obra de Phoebe parecía deconstruir la idea de obra
cerrada a favor de sugerir nuevos sentidos y significados relacionados
al proceso creativo— y mientras la muestra de Jesse Bercowetz
y Matt, reinscribía transitoriamente el espacio galeristico
según un tipo de relación a y con los elementos más
propios del juego y los sentidos de la aventura, la muestra de Stephen
Hendee parecía sugerir los sentidos y significados de la galería
misma como espacio según otro tipo de espacios. En la muestra
de Phoebe el proceso creativo mismo estaba vuelto lenguaje plástico
de la obra en el espacio, las diferentes capaz de textura y materialidad,
eran metáforas del tiempo y el espacio del proceso creativo,
tiempo y espacio físico-literales usuales en la galería
en la galería de arte, estaban --en su devenir una forma tangible,
material y apaisada en el espacio--abordados en el sentido de ese
tiempo y ese espacio propios del proceso creativo.
En la muestra de Stephen se sugerían muchas cosas. Lo mismo
los efectos lumínicos de la ciudad en la noche, la sensación
de plasticidad iluminada del espacio citadino trabajada en una forma
abstracta y alusiva, que, por el efecto de un circuito abstracto-verde
e internamente iluminado, podía sugerir esos espacios de juegos
virtuales que juegan hoy los niños en sus computadoras, o en
determinados espacios de entretenimiento donde todo parece provisto
de una plasticidad otra más bien imaginativa. Según
el artista la muestra se avenía a sus búsquedas sobre
los problemas y paradojas que plantea la tecnología en un mundo
globalizado, el hecho de que estas inciden en la evolución
y el progreso, tanto como son tendientes a la deshumanización.
Su crítica podría estar relacionada en su imaginación
creadora con el hecho de que estos plásticos iluminados en
verde los trabajó con una líneas negras que bien podrían
sugerir en la forma de analogías imaginativas a diferentes
cosas al mismo tiempo, el sistema circulatorio del cuerpo humano,
los circuitos que son propios de las tecnologías computarizadas,
el atary, el nintendo, una especie de universo de ciencia ficción,
la forma de un árbol entre su tronco y su desarrollo, la forma
de una hoja con su línea central y sus líneas varias,
los causes de un rio o, simplemente, el propio sistema de iluminación
que hacía posible la iluminación de la obra en la galería.
Estas analogías imaginativas le sirven al artista para metaforizar
la idea de las relaciones entre tecnología y ecología,
así como ciertas alusiones a lo biológico que tal imaginación
a supuesto en lo que fue la ideología de las ramas, una vieja
concepción de las ciencias en las que estás, trayendo
cuestiones provenientes de las ciencias exactas, imaginaron que las
separaciones, especializaciones o disciplinas entre las ciencias se
daban como por ramas.
En otro sentido también la muestra presentada por Jesse Bercowetz
y Matt The Re-creation of Fort Discomfort, significó la transformación
casi total del espacio con materiales varios haciendo de este como
si se trata de un espacio de habitad o taller de los artistas. Ellos
representan distintas modalidades mediante las cuales los modos de
abordar el espacio fueron también directa o indirectamente
modos de asumir el espacio de la galería misma, borrando con
un nuevo material las referencias físicas convencionales al
espacio e inscribiendo como muestra transitoria un nuevo modo, bien
fuera en términos del material, en términos funcionales
o en términos del espacio como ambiente. Mientras la muestra
de Phoebe, como la de muchos otros artistas, se podía ver desde
afuera en su totalidad--, la pared frontal de la galería de
la Universidad de Rice que da al hall del Sewal Hall es un gran cristal
a todo lo ancho a través del cual se puede ver la galería
completa y el modo como se ven en ella las muestras presentadas--
Jesse Bercowetz y Matt pintaron el cristal intencionalmente de negro
dejando sólo unos pequeñas ranuras en cristal de modo
de incidir en que desde la primera visual externa los espectadores
se acerquen a la muestra en una actitud de curiosidad. Esta idea de
un espectador curioso que es llamado a adentrarse en la obra más
que a simplemente contemplarla se aviene a cierto ímpetu de
aventura que se puede percibir en la obra de los artistas en su totalidad
y el modo como los espectadores ya recorriéndola la viven y
perciben.
La obra estaba creada como una serie de mundos desconocidos parecidos
a eso que se inventan los niños cuando se ponen entre ellos
a crear casas y espacios de habitad con cualquier mueble u objeto
que encuentran en sus casas. Con materiales como madera y papel maché,
además de todos los tarecos que pudieron encontrar de esos
que están a veces en los cuartos de desahogo de las casas,
los artistas modificaron enteramente el espacio creando una suerte
de nueva estructura creativa con elementos reales. El universo creado
por los artistas, integrado por varios subespacios o mundos independientes
unos de otros, podía ser percibido desde sus afueras o desde
sus adentros, pues incluía espacios para que los espectadores
se desplazaran, especie de entrecaminos o pasillos irregulares, y
adentros a los cuales debían entrar. Así, por ejemplo,
para accesar uno de los espacios estos tenían que subirse a
una escalera y entrar a un lugar individualizado al que sólo
pueden entrar espectador por espectador el cual semejaba en algo—hecho
con cualquier material de la vida cotidiana—esos laboratorios
científicos renacentistas en los que se creaban cosas nuevas.
En otra parte los espectadores tenían que entrar encorvando
sus cuerpos debido a la poca altura del entretecho para no encontrar
otra cosa que un mundo internamente iluminado desde el cual por unas
ranuras era posible mirar hacia el resto de la obra, un poco como
pasa cuando los niños miran por un orificio algo que descubren.
En este espacio los espectadores podían mirar a otros espectadores
y a la obra. Los otros dos espacios que integraban la obra era uno,
un hall techado construido a la manera en que generalmente son las
galerías como un pasillo de paredes y techo, pero en el cual
sobre sus propias paredes, los espacios donde usualmente van las obras
eran pequeñas overturas en las cuales colocaron diapositivas
de la obra misma tanto en el proceso en que la estaban haciendo como
ya después de la obra terminada. El espacio final de la muestra
era ya propiamente una galería blanca sobre cuyas paredes los
artistas presentaron dibujos y pinturas sobre papel.
Hecha con cualquier objeto de la vida cotidiana, desde botellas plásticas
de agua desechadas y recuperadas como materias primas, hasta trozos
de muebles rotos y estructurada como lenguaje en general a través
de materiales varios donde primaban la madera, el papel mache y las
estructuras montadas sobre listones de metal fino y madera, la obra
en su conjunto tenía un aspecto que parecía como si
el universo desarreglado propio de espacios residuales tales como
los áticos y otros espacios donde se acumulan los muebles que
no están en uso en la casa, hubieran sido transformados en
arte desde una actitud creativa, ya decía, semejante a esa
que vemos en los niños cuando jugando a las casitas transforman
cualquier elemento, usan los sillones como casas, etc. La muestra
era, en varios sentidos, una genealogía sobre el principio
de juego a partir del cual determinadas invenciones pueden hacer coincidir
elementos en un modo en el que parecen anacrónicos según
la nueva función, y no su sentido usualmente entendido como
surrealista. Los artistas realmente transformaron el espacio de la
galería como si estuvieran en sus casas.
a problemática de lograr que la obra de artes plásticas
estimule un tipo de recepción en los espectadores menos pasiva,
ha sido un motivo para no pocas formas de la experimentación
plástica durante mucho tiempo. Es algo, sin embargo, que ha
tomado diferentes formas. En artes como la danza, el cine, el teatro,
entre otras, la totalidad de la obra se forma de imágenes que
aparecen y ya no están, imágenes que tienen que ser
recordadas por el espectador en quien se forma una idea de totalidad
que nunca está del todo presente ante su vista. En obras de
artes plásticas como las antes discutidas, por el contrario,
la pieza como tal está fija ante los ojos del espectador quien
puede recorrer con su mirada y su cuerpo la misma forma detenida tantas
veces como lo desea.
La totalidad de estas obras de artes plásticas se aviene así,
tanto en sentido físico como estético, a la naturaleza
física de esta, su estar allí físicamente presente.
De modo que es el tiempo del espectador –incluso en el caso
de obras tridimensionales que requieren que esta las recorra a su
alrededor--y no el tiempo de secuencia de las imágenes, el
que define el tipo de recepción de la obra. Lo anterior es
una verdad de lenguaje, pero diferencia los modos en que desde la
plástica se ha explorado el asunto de estimular otro tipo de
recepción en los espectadores, a diferencia de otras artes,
como podemos ver en todas las obras discutidas. Mientras la crítica
al espectador pasivo estuvo relacionada a un modo de ver el contemplativismo
como una actitud consentidora ante imágenes muchas veces acríticas,
determinadas formas de traer la obra bidimensional hacia el espacio
estuvieron relacionadas con la idea de que los espectadores se relacionaran
con la obra. La idea de que los espectadores se relacionan con la
obra, sin embargo, tuvo diferentes desarrollos en las artes plásticas
desde el origen de la vanguardia.
No pocas veces, bien fuera en la forma de agregar movimiento a obras
bidimensionales—como fue el caso en algunos artistas ópticos—o
trayendo la obra hacia el espacio en una forma en que los cuerpos
de los espectadores las activaran agregándoles movimiento,
el concepto de participación del espectador no era tal, suponía
más la conciencia conceptual de estar participando, pero no
una relación más crítica con la obra. Este tocaba
y era tocado por la obra, pero sabía que ello era más
la idea de que el “espectador participa”, que una verdadera
participación.
En una era en la que los discursos de generaciones anteriores, particulamente
los que caracterizaron las movidas contraculturales de los sesenta
en Europa y Estados Unidos, sus ideales de paz, amor, libertad y contra
la guerra, han terminado por ser habladas por “retóricas”
en las que ya no hablan sus sujetos, sino las formas en que tales
discursos se han inscrito y han sido inscritos por formas retóricas
que han hecho institución en las formas sin una conciencia
crítica actualizada sobre ello, la conciencia crítica
hacia la representación, hacia los géneros y las retóricas,
el espíritu libre y el ímpetu a la vez deconstructivo,
creador de nuevos significados, positivo y actualizado del arte de
estos jóvenes, parece no únicamente iluminar los senderos
éticos e imaginativos que las nuevas generaciones de artistas
anglos representan, sino también mostrar las formas atrasadas
de entender el mundo en el que vivimos, --formas muchas veces paradójicamente
hoy reaccionarias-- en que han derivado sus modos confrontacionales.