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Digital Cultures Lab Research

These pages will display research outcomes and ongoing investigations inspired by the 2005 international DIGITAL CULTURES LAB in DANCE TECHNOLOGIES. Click on the number sequence at the bottom.

The workshop outcomes and commentaries are organized in the same sequential manner as the various research workshops and paths created at the Digital Cultures Laboratory. These workshops and paths, with reference bibliographies and 'libraries,' can be found under our main headers:

S T R U C T U R E . O F . W O R K S H O P S

R E F E R E N C E S

R E S E A R C H . L I B R A R Y

Ethnographic Publication Site

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Después de la Etnometodología

por Abdel Hernández San Juan

 

10- Atavismos de la Imagen: Cirenaica Moreira.

 

La obra fotográfica de la artista plástico cubana Cirenaica Moreira es una respuesta original a las nuevas relaciones entre fotografía y performance cuando la primera, deviene en sí misma la obra como finalidad artística y estética. No se trata, de fotografías que denotan descriptivamente performances previamente presentados. No son obras que sustraídas de su presencia por los efectos de su utilidad documental, están ante el espectador como la forma que este tiene de visualizar algo que en otra forma no habría visualizado, tampoco es la fotografía como medio que tiene la artista para reconstruir, sino de obras que son desde el principio creadas como fotográficas, la propuesta fotográfica en sí es la obra y la obra misma consiste en esa propuesta fotográfica.


En Cirenaica la obra fotográfica deviene en un objeto fotográfico, ella es en sí ese objeto a nivel semiótico, independientemente de que esté presentada o no como objeto en sentido literal. Todo lo que de sí es presentado y representado refiere a esa realidad tangible y física de la fotografía como objeto presente. Sin embargo, lo peculiar en Cirenaica no está dado sólo por este devenir objeto en su carácter de obra en sí—algo que ya tenemos en otras fotógrafas y fotógrafos cubanos--, sino en el hecho de que esta relación que se da para ella misma, crear una imagen que es a la vez obra fotográfica y fotografía de sí misma, deviene objeto de exploración, deviene, de hecho, aquello que impulsa su búsqueda, lo que crea los territorios de exploración que sus obras proponen. Hay en la obra de Cirenaica una investigación sobre la metafísica del efecto, el lenguaje y los mecanismos de la fotografía como lenguaje.


A continuación analizaré lo que considero es el problema de su obra, la reflexión fotográfica acerca del proceso a la vez autoreflexivo y reflexivo y, en segundo término, la fotografía misma como lenguaje, sus efectos y mecanismos. La obra fotográfica de Cirenaica discierne una relación entre el fenómeno fotográfico y el cuerpo, no sólo porque visualmente trata la imagen del cuerpo como si fuera una ilusión de la cámara y no del fotógrafo, sino porque la imagen misma del cuerpo se transforma en una alegoría sobre la fotografía.
Este tipo de relación cuerpo-fotografía pudiera hacer pensar en esas imágenes que vemos hoy día en los libros y hasta en la televisión de la mujer árbol donde el cuerpo de la mujer y del árbol se fusionan—de hecho recientemente tuve una estudiante española a quien ofrecí varias conferencias la cual me presentó esculturas que se completaban con su propio cuerpo, especie de mujer-escultura – o escultura-mujer, pero el trabajo fotográfico de Cirenaica –que pudiera sugerir algo así, también, se mueve hacia otro asuntos.


Cuando digo que se trata de la imagen del cuerpo como si se tratara de la ilusión de la cámara y no de la mirada del fotógrafo me refiero de hecho a una cierta omisión –a nivel lenguaje-del sujeto de la percepción o del sujeto de la mirada que usualmente es aquel que resulta omnisciente, la idea de si es más o menos objetiva, bien sea su mirada relativa a la posición desde la cual mira, bien más o menos subjetiva, más o menos relativa a su propia presencia en el espacio fotografiado, en planos generales o en detalles de acercamiento.
La omisión del fotógrafo como el sujeto de la percepción, no se refiere en Cirenaica únicamente a una crítica del sujeto representacional usual a la imagen fotográfica, sino también, como decía, al hecho de que sus imágenes comentan—la ilusión fotográfica misma. La fascinación por el universo de la cámara como aparato es un viejo tema. Toda una serie de nuevas estéticas que se interesan en la memoria de la imagen, tanto como en el mundo de la cámara, han mirado en años recientes hacia los enigmas de la cámara como un objeto en sí curioso, desde el coleccionismo de cámaras antiguas, hasta su utilización como artefacto en las estéticas de la imagen en el arte contemporáneo.


Algo de este tono avejentado de la imagen propenso a aquella fascinación por el inventario puede percibirse en las fotografías de Cirenaica pero no precisamente en la forma de hacer de la cámara un objeto a ser representado o incluido como parte en la fotografía, sino más bien por el tipo de imagen que compone en sus obras. Si bien una pregunta acerca de esta omisión del fotógrafo podría responderse mediante el hecho de que al ser imágenes de ella misma lo que muchas veces aparece en las fotografías y al ser ella misma quien hace las fotos, el sujeto de la mirada y el sujeto de la fotografía, la obra, coinciden en uno, ella misma como persona, sus trabajos van más allá de esto pues las imágenes son, además, un comentario a la fotografía misma como lenguaje.


El misterio de la imagen fotográfica no ha dejado de ser objeto de curiosidad para infinidad de artistas, escritores, fotógrafos y cineastas a lo largo del siglo XX, el principio de la luz y la caja negra, de las cortinas y del osturador como aquel que cristaliza a la imagen, en Cirenaica, sin embargo, no es tanto una estética sobre los mecanismos físicos que forman los principios mecánicos de la cámara en la construcción de imágenes perceptivas, o la explicación visual del mecanismo de luz, lente, impresión, revelado, etc., que hace posible la imagen fotográfica, sino la imagen en sí misma. Pareciera que habla en sus trabajos el discurso sobre la imagen.
Y ello deriva en toda una cinemática de la imagen en la que esta es retornada a sus principios más atávicos. Se sugiere el mundo de las estéticas de la fotografía, pero no a través de la representación inventariada, coleccionable o recolectable del objeto-cámara, sino de la imagen por la imagen en sí misma. Es como si la imagen, una vez que la cámara le mostró a la percepción cómo se construyen los procesos perceptivos y ópticos de la imagen, se hubiera decidido a emprender ella por sí misma su propia aventura.


Mientras la cámara hace la historia de sí misma redundando en explicaciones sobre su origen, recomponiéndose en partes para mostrar a la percepción sus propios enigmas vueltos artificios de reproducción, es hora para la imagen de emprender su propia aventura hacia un hacer esa otra genealogía de la imagen, que no sería ya la de la imagen de la cámara, ni la de la imagen que la cámara da, sino la que emprendería la imagen por sí misma, hacia sí misma sin necesidad de la cámara de acuerdo con aquello que la cámara mostró a la imagen sobre sí misma.


Ya se dijo bastante sobre la imagen de la cámara y sobre la imagen según la cámara, desde ella se emprendió todo un viaje hacia la genealogía del ojo, de la percepción, de la representación, pero ya fue bastante para la imagen, es hora para la imagen de emprender su propia aventura genealógica sin necesidad de que esta otra genealogía tenga que ser también sobre la cámara, esta es mejor una de la imagen por la imagen, desde sí y a través de sí.


Las fotografías de Cirenaica Moreira muestran algo de esta otra genealogía de la imagen por la imagen, ellas son, de hecho, viñettes plásticas y sobre esa otra aventura de la imagen. Ahora bien, este otro viaje de la imagen resulta que no conlleva tanto hacia lo fotográfico en la imagen—sino hacia las imágenes de un cierto atavismo según el cual estas son remitidas a su más básico teatro.


Cirenaica Moreira inicialmente proviene de una sensibilidad teatral y muchas de sus fotografías incluyen referencias visuales a cosas tales como cortinas de teatro, así como a ciertas cosas que son usuales en lo que en el mundo del teatro llaman repertorio y utensilios. No son, sin embargo, fotografías teatrales por el hecho de que aparezcan determinados referentes denotados, así como tampoco debería decirse que se trata propiamente del teatro de la imagen, si bien algo respectivo a ese funcionamiento más atávico de la imagen, recuerda las relaciones entre lo animado y lo inanimado, lo que tiene música y sonido, y lo que no tiene música y sonido, lo que se mueve por un movimiento propio y lo que se mueve según un movimiento que le es suministrado por un movimiento otro.


Cabría preguntarse si acaso en esta otra genealogía de la imagen, en este darle la espalda a la cámara que, sin embargo, está allí pues no le queda otro remedio que remitirse a ella, las fotografías de Cirenaica no serían un poco sobre ese otro teatro que no es ya propiamente el del teatro de la imagen, sino más bien el de las relaciones entre el mundo mecánico y el mundo automático, entre el mundo visible y el mundo sensible, entre el mundo natural y el mundo artificial, entre el mundo de la realidad y el mundo de la imaginación. Habría acaso un principio según el cual la imagen y la imaginación se relacionarían más?.


Las dos palabras provienen de la misma etimología, imagen, imaginación, imaginal. No es, sin embargo, una fotografía propiamente imaginal, sino antes bien sobre la relación entre el principio natural de percepción y el principio artificial de percepción, y sobre uno en el otro. Este tipo de cosas, los problemas que ha planteado la relación entre el principio natural en el artificial y el natural en el artificial, ha hecho pensar en la problemática relativamente reciente sobre la inteligencia artificial.


Pero el tema de la inteligencia artificial, sin dudas relacionado a este asunto al que me refería antes sobre el otro autómata, el automatismo resultante de la relación entre un movimiento propio y un movimiento según el movimiento otro que le provee la automaticidad al movimiento uno, es tema para un ensayo específicamente enfocado en ello. No estoy hablando aquí sobre inteligencia, sino sobre imagen. Las imágenes que conforman las obras de Cirenaica Moreira parecen orientarse más hacia la problemática ritual, la ritualidad del cuerpo, los ritos del cuerpo femenino. Lo hacen, sin embargo, mediante referencias plásticas en las que aparecen ambas cosas, el cuerpo en sus posiciones y situaciones más naturales, incluyendo la desnudez y la relación entre las formas y morfologías naturales y aquellas otras, artificiales, sujetas a mecanismos, sujetas a principios automáticos, entre lo dúctil y lo rígido.


Un ejemplo de ese tipo de piezas que en sus exhilarancias imaginativas podrían parecer como viñettes evocativas—pienso que ciertamente en algunas de sus imágenes estamos en presencia más de la evocación que propiamente del símbolo—no podríamos significar ningún elemento según principios iconológicos o canonizados pues se trata por lo general de referencias cotidianas, una palangana, un cepillo de peinar, su propio rostro, sus senos, fragmentos a elementos de la vida de todos los días—en su muestra presentada en la Galería Maggy en Austin.


La muestra a que hago referencias—la galería de arte Maggy es una privada dedicada a arte cubano desde hace más de una década dirigida por una galerista anglo Maggy quien además de una fundación que envía medicinas a Cuba tiene una suerte de casa de la cultura cubana y esta galería especializada—estuvo integrada por una serie de fotografías –en realidad hermosas—que son el mejor ejemplo de lo que he discutido antes.
Podría pensarse que las relaciones entre imágenes de elementos naturales e imágenes de elementos mecánicos y automáticos remite a una crítica, pero no hay más que observar la sensibilidad y la espiritualidad de estas imágenes para percatarse de que es más el asunto sobre la imagen a que he aludido. Hay algo que sugiere en estas imágenes de Cirenaica al universo de la belleza femenina, así como también hay feminidad y se trata de fotografías sensuales, en algunos casos sutilmente eróticas, pero los problemas de la imagen, la percepción, la representación y el ritual a que me refería antes son los dominantes en su búsqueda.


Por momentos su propia imagen, una veces en cuerpo entero, otras en fragmentos al rostro o determinadas partes del cuerpo, aluden a esta idea de un todo a la vez natural—ritual, pero también mecánico y automático, el universo de las casitas de música que les aprietas un botón y al ritmo de una musiquita sale primero por la puerta la dama con su vestuario de época, recién habiendo horneado el pan, luego entra y sale el hombre, el caballero, luego de haber puesto la leña en la chimenea.


De la casita de aventuras que le tocas un botón y salen los personajes montados sobre caballos, mientras estos entran y entonces sale por la ventana de arriba la princesa, mecanismos animados sujetos a insólitos dinamismos donde los movimientos acompañados por la música se corresponden con un determinado ciclo que a la vez de ser el ciclo que marca la sucesión es el ciclo que marca la repetición el cual a su vez es el ciclo que marca el día y la noche, las actividades aludidas que los personajes realizan, mecanismos básicos además que en las relaciones movimiento, sonido, imagen, remiten en algo a los principios de las relaciones entre la literatura y la imagen, se cuenta un sencillo cuento sin palabras. Si bien las imágenes de Cirenaica no hacen alusión directa a este tipo de ejemplos, el tipo de cosas que sus fotografías representan en las relaciones entre su cuerpo y los elementos que la acompañan están alusivamente ordenados y relacionados evocando este tipo de imaginación donde pareciera que si se quita el peine entonces el agua de la palangana se vira y si se vira el agua de la palangana entonces ella se baña.


Pero solamente aludido en imágenes fijas, poéticas, evocadoras. Y es que probablemente todo esto se relaciona también con el asunto de la autorepresentación de la belleza. Hay algo de toda esta estética en las obras de Cirenaica. No es propiamente, por su relación al teatro, y el tipo de estética aludida, un sesgo estilístico al teatro Moliere, si bien fascinantes actualizaciones contemporáneas de la estética Moliere sugieren algo a esa estética, pero se trata en general de una imagineria hayable en la recreación de cuentos infantiles desde el rey Arturo, hasta otros tantos de aventuras, imaginerias presentes también en el renacimiento y a lo largo del mundo clásico hasta el presente incluso en las estéticas de los libros infantiles animados en tres dimensiones de papel y cartón donde las cosas pueden ser movidas según ciertos fragmentos de narrativas a contextos, tampoco es la estética Shakespiere, si bien –sin ningún tipo de referencia—algo del tipo de efectos alusivos a mundos tan imaginativos como soñados despiertos, decía, se percibe en sus imágenes viñettes.
. Las imágenes de Cirenaica parecen como eso que hemos llamado figuras aladas, donde lo imaginativo y lo real cotidiano, lo natural y lo artificial, lo corporal y lo poético, evocan un mundo de fantasía que no se refiere a la fantasía entendida como algo irreal o fantasioso, sino como algo alado en la imagen, por usar esta expresión que tan bien reúne ambos aspectos, el aspecto sensible y ritual, tanto como el aspecto imaginativo y poético.

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coordinated by Johannes Birringer (London)

 

 

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