Lo Dado y lo no Dado
por Abdel Hernández San Juan
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La Escritura Frente a Ciber
From the moment I am writing the current essay and since I decided
the main issue I have an idea of the whole both, as literacy and as
theory, but it is not full written yet and the process of writing
it becomes and arrive to as when the canvas is still empty and the
process of painting comes to be part of the piece. Certainly any one
may said that a process is always part of a final work as it is only
through a process that any one can write or paint a piece, but as
language can be omitted used only as a medium to obtain a final result,
and to a certain point diluted, the process can be also omitted reduced
to a simple trace, a clue of the painting gesture, a kind of indicial
erasure.
To evidence the process within the work suppose something more than
just the physical memories of its erasures, it need our literary,
intellectual and aesthetic deliberations concerning the ways through
which process can be a more active and decisive element through to
the piece. There is, of course, as we well know, many ways and different
in between them to make the process speak, to let it go, to let it
become and be part of the becoming of the piece as a whole, one of
the ways is precisely the one I am practicing here, by the making
of it an issue itself, calling it to the current ness of the becoming.
However, at any of the ways options, another one is defined by the
recycling of parts, fragments, etc, a way to let the process go inside
the piece consist always on a matter of time, on a decision –which
is determinately a philosophical one--, about time.
As the opening of process become a determinant element to the final
work of literature a matter of time becomes also a matter of structure.
Our determination to let the process become part of the work suppose
then the opening of a certain aleatorial. The true relevance of process
consist not so mush in the evidence of a certain suspended time –a
time that is not been compressed to specific constrains--, as at least
one can perceived that a suspended time is always taking part of any
process of writing or painting, but on the fact of paying attention
to it and of letting it be at the first plane. The opening of process
within my activity as writer, suppose then a philosophical coincidence
with the time of ciber and this is one of the main reasons because,
an essays on technology and on ciber, should be at the same time a
Letlee more than just a tractactus about something external, meaning
the material reality of technology seem as only something out-there,
but a tractactus also on many other things through which the time
of process become to the front of sensation. The time of ciber is
an open time and we should be attentive to sush reality, the fact
that ciber is after all, the time of process opened at infinitum.
Si en la lógica formal, a la forma trascendental de la presencia
como forma, corresponde el presente vivo como la forma última
y a esta forma última de la presencia viva un movimiento sobre
su afuera de la lengua en la que, como lógica formal, la escritura
se mueve sobre sus propios planos, a ese sobre su afuera de escritura
corresponde un adentro, otra forma de adentro, y a ese adentro, que
no es ya sino un movimiento sobre aquel afuera del lenguaje, corresponde
otra forma de afuera, el adentro de el afuera y el afuera de el adentro:
portales, la escritura en la contiguidad.
Estos son los tiempos en que escritura ha de ir a si misma según
la contigüidad, la pagina virtual en el computador, o el blanco
del papel, su materia física, su faticidad, y filosofarse allí
como escritura, no como texto, en relación a la performatividad,
speach act e inscripción, speach act theory. Son los tiempos,
en que escritura ha de ser deslastrada para volver sobre si misma
según ciber, para preguntar en qué modos encontrará
escritura en ese viaje sobre si misma, en esa nueva travesía,
momentos de sí misma que habría abandonado o dejado
a un lado, para encontrarse con ellos y leerse.
Pero escribir y leer son ellas mismas desde el punto de vista físico
actividades distintas, la escritura es una actividad que desenvolvemos
en la forma de una scriptura, un tipeo dáctilo sensorial o
una inscripción según sea el media con el cual y sobre
el cual la desarrollamos, si es el tipeo digital en la relación
entre el teclado y una página virtual en el computador, a través
de el cristal, si es una pluma o un lápiz sobre una hoja de
papel, o si lo es en formas aun más antiguas como aquellas
en las que el material que provee la inscripción ha de ser,
como en la pintura, vuelto a recoger una y otra ves como la tinta
en el frasco a la plumilla, el pincel o a través de la litografía,
la xilografía u otros medios.
En la escritura alfabética avanzamos creando signos sucesivos
unos tras otros sobre el fondo de la nada, es decir, como formas de
lo no dado, aquello que no ha llegado o a la forma o a la presencia
sobre los espacios en blanco y que habrá de devenir tan pronto
comenzamos a escribir ese espaciamiento, en forma diacrónica,
es decir, lineal. Nuestra actividad sensorial de escribir supone por
lo mismo la continua producción y generación de formas
oracionales que se suceden unas a otras en una especie de a cada párrafo
o pagina, work in progress, las cuales conforman a la ves frases y
conjuntos que debemos componer y redactar gramatical y sintáxticamente.
La lectura, en su antípoda, es una actividad visual pasiva
en la que los espacios en blanco han sido inscriptos y el mundo a
descifrar o hacer inteligible nos llega como ya dado, esta actividad
visual puede quedar sumida en el silencio exterior escuchando en nuestro
interior una tenue repetición sonora aunque omitida –silente--,
de la actividad ilocutoria y perlocutoria, es decir, fonética,
que la escritura misma supone, fenómeno que puede devenir en
un movimiento involuntario de los labios como una tenue recitación
de lo que estamos leyendo en silencio o simplemente como cuando lo
hacemos en voz alta para nosotros mismos o un auditórium dado,
en una actividad oral, en un speach act el cual consiste en literalmente
leer la escritura. Pero la escritura y la lectura mantienen relaciones
en las que se resultan ambas bastante más inclusivas de lo
que la simple descripción física de sus diferencias
nos ha reportado en líneas anteriores, y una sola de estas
inclusividades esta dada en el hecho simple de que en ningún
otro modo puede la especificidad de la escritura entenderse que no
sea recurriendo a la lectura.
Mientras un por ciento de lo que habíamos asentido en el inicio
sobre la escritura como inscripción sobre una materialidad,
si quitamos la palabra escritura y colocamos en su lugar la palabra
texto, podríamos sostenerlo de igual modo sobre el texto, sólo
el análisis de la lectura de la escritura permite diferenciar
en ese mismo material físico qué aspectos en el mismo
corresponden a aquello que es propiamente la escritura y cuales otros
corresponden a aquello que es propiamente el texto. La relación
así entre la escritura y la oralidad es bastante más
significativa de lo que habíamos supuesto, si podemos asentir
que la escritura, cuando visualizamos esa realidad física y
material que tenemos ante nosotros, es algo en sí mismo distinto
al texto y provisto de alguna especificidad, es precisamente porque
podemos movernos desde el orden puramente visual según el cual
esas formas se espacian y se inscriben, hacia un orden dáctilo,
perlocutivo y sonoro, recitativo, de acuerdo con el cual esas formas
en la misma forma en que se inscriben se desmaterializan, en el mismo
movimiento en que se espacian, se efimeralizan.
Cierto es que para hablar de escritura requerimos aquella inscripción
dada sobre alguna materialidad que asentíamos, pero mientras
en el texto esa inscripción en su espaciarse se vuelve obtuso
en la opacidad, en su no transparencia frente al performance que le
suscita, en la escritura, esa inscripción permanece, por decirlo
en algún modo, relacionada a la actividad corporal, performativa
y sonora. Podemos leer la escritura y en ese leer la escritura percatarnos
de que esa lectura hace propiamente a la escritura, de que, en un
cierto modo, relevante, si la escritura da consigo misma en la lectura
es porque en la lectura la escritura se lee a si misma precisando
así una inclusividad implícita en la que escritura y
lectura pasan una en el través de la otra, son en realidad,
la misma cosa en distintos modos. La escritura puede así leer
el texto, pero el texto no puede leerse a si mismo. La exégesis
es así pues lectura en el aire, por valernos de una expresión
no más sugestiva que exacta, lectura en voz, para ser más
precisos, performatividad.
Si la escritura puede leer la escritura es porque la escritura guarda
una relación a la performance, cuando la escritura lee por
lo mismo no sólo a sí misma, sino que lee también
el texto, que no se puede leer a si mismo, la escritura inicia un
proceso que la aleja de si misma y si deja su transparencia a la performance
que le suscita, la escritura se diluye, se disemina, se esparce, termina,
se vuelve texto momento desde el cual, como ocurre al texto, no puede
leerse a si misma. Le sobreviene así una especie sui géneris
de eso que en relación a tantas cosas hemos entendido en teoría
como una forma de muerte simbólica. El texto es así
el mausoleo de la escritura. Pero la lectura sigue y en tanto puede
ser otra ves devuelto a la exhalación y la recitación,
la escritura puede recobrar su transparencia de vuelta a la performance
que es la antípoda del texto.
Podrá escritura encontrar en su propia memoria, en la memoria
de sus inscripciones, de las inscripciones según las cuales
ha podido inventarse y reinventarse infinidad de veces de acuerdo
a un sin fin de géneros e inscripciones, encontrar de entre
sus lugares dejados, de entre sus propios saltos y vericuetos, lagunas,
espacios, sinuosidades, aspectos de si misma desde los cuales emprender
su redención según se la invoca, según se la
revoca, según se la trae al fenoménico mismo táctilo,
perceptivo, comunicativo, relacional, a ciber?; o tendrá escritura
esta ves que inventarse sin hallar en su propia memoria el material
redentor?. Escritura ha sido por mucho tiempo, en realidad milenios
antes de que ciber llegara hasta nosotros, arribara, tomare lugar
en nuestros mundos cotidianos, llegare a la contextura de nuestras
urdimbres, se aposentara como realidad de la tecnología en
nuestro cotidiano, el diván, el lugar en que se habían
acumulado infinidad de inscripciones, que se habían alojado
en ella, y no precisamente en la forma de quien se aloja en un hotel,
que llega y se va, sino como quien se asienta y se duerme, como quien
se vuelve una sedimentación, infinidad de formas genéricas
cada una de las cuales traía consigo la historia inscrita de
instituciones, de instituciones de los géneros que no eran
sino instituciones de la inscripción de los modos instituidos
de reificación de las formas.
En esa disolución que corresponde al fenoménico y el
coseico tecnológicos, nuestra escritura esta frente a un reto,
un nuevo reto, la movilidad, el dinamismo, la mutabilidad, la ludricidad,
la aleatoriedad y la fractalidad de ciber con sus movilidades y suscitaciones
propias le sitúan como fenómeno táctilo sensorial
y táctilo perceptivo frente a la vivacidad y vitalidad de algo
que, como la naturaleza misma, se desenvuelve en el ahora y aquí
de un vitalismo, ese cibervegetarianismo.
Es el reto de poderse desarrollar, reinventar y adecuar a la ludricidad
que ciber le supone, en tanto ciber conlleva, lo sabemos, esa forma
última de la forma, y de la lógica formal de toda forma
que es la presencia de ese presente vivo vuelta tecnología,
ese presente absoluto cuyalógica es transcategorial y por lo
mismo se mueve más allá de géneros e inscripciones
sin los cuales escritura no sabe cómo desarrollarse.
Esta es, claro, una escritura de inspiración y creatividad
muy distinta a aquella otrora escritura que se inscribía sobre
soportes omitidos según tantas muertes simbólicas en
aquella relación de la materia al mausoleo. Relacionada al
iner time y a la contiguidad escritura recobra su presente vital,
el digito computarizado al blanco de la pagina virtual, el cursor,
el pincel. Si escritura está por el momento, en este momento,
en su momento de pensarse sin aquellas sujeciones, de suponerse según
ciber le seduce, le induce, le mueve, le comunica, escritura entonces
viaja se ha ido, de hecho, por el efecto de un send o un chateo
de un attachments
Varios ensayos de un lado a otro en fracciones de segundos, leo aquí,
Sobre ese web, encima de esta superficie,
Sobre este sitio, Como seres planos
Como un ser plano escritura es ella misma,
En ese espesor en que se deja leer,
Corto aquí, muevo allá
Estos fragmentos.
Escritura esta así ante dos diatribas, dos disyuntivas, de
un lado, suponerse como puede ser si sólo se conoce y reconoce
de acuerdo a sujeciones de las cuales ciber le ha liberado, y de otro
lado, conocerse, pensarse mejor, averiguarse, ir a si misma. No tiene
escritura en ese ir a si misma según le insita ciber que emprender
otro viaje que no sea a si misma, revocarse liberada en esa recitación
tenue, en ese aire. Escritura es así voz y aire, respiración,
exhalación, cadencia. Revisitada según ciber no es otra
cosa que aquello que ciber mismo ha traído, que a su propósito
hemos y estamos aquí filosofando…
En estas líneas
Con este libro
A la superficie
escritura encuentra y se encuentra a ciber en la contiguidad, ella
es el aire que exhala entre dos espacios, el espacio del cuerpo, que
le produce, le percute, le candencia, le ofrece su tempo, su tempo
escrito recitativo, y el espacio de la contiguidad en que ella se
espacia.
Compelida ante ciber qué puede hacer escritura sino conocer
y ampliar, abundar y experimentar sus relaciones estrechas, escasamente
precisadas a contiguidad, a una contiguidad en que escritura reencuentra
su relación primera, anterior a toda inscripción, su
relación con el espacio y con la relación de este contigua
a si mismo, en que escritura recupera así su relación
a cuerpo y geometría, a movilidad propia, inspiración,
creatividad, y a movilidades que le arriban, que se le presentan en
la forma de dinamismos hipersensuales, sujetos a la heterogeneidad
de la simultaneidad.
Esta es la escritura de el desk multimedia, de el click de opciones,
la escritura sobre una superficie viva, prendida, que recibe las ondulaciones
de tantas formas gráficas altamente dinámicas y variables
henchidas en colores y en tonos, en imágenes tan livianas como
livianos puedan ser sus velocidades de envío y recibimiento,
sus aceleraciones de aparición, en flujos de suscitación
que se dan, que arriban, que sobrecogen, que abundan sus rededores,
sus environments, los espacios mismos en que esta toma lugar, en que
la velocidad de traslado y transportación, de permutación
y desplazamiento de bloques, fragmentos, partes, elementos, comienzan
a relacionarse de otro modo a las velocidades de decisión composicional,
y a los modos de la redacción en ambos sentido formal, respectivo
a la forma literaria y conceptual, a los modos en que ofrecemos totalidad
estética y de significatividad a nuestras piezas y a nuestras
obras literarias.
Dejar de ser ella para devenir otra cosa?, sabemos que deviene, que
ha devenido, que irá deviniendo, que está en el devenir
de otra cosa, pero sabemos también que esa otra cosa es y seguirá
siendo escritura aunque ya no sea escritura. Y cómo puede algo
cambiar y dejar de ser una cosa para devenir otra si su fisicalidad,
su materialidad, su coseidad y su aprendizaje siguen siendo los mismos?.
De esto precisamente se trata, de cómo es que puede escritura
devenir otra cosa y el cómo de este devenir, sin dejar de seguir
siendo escritura, sin dejar de ser en definitiva la misma cosa.
El Ritual en los Mundos de la Vida Cotidiana
La vida cotidiana es de un orden que se define por la repetición
y la sucesión, despertar, trabajar, alimentarse, hablar, dormir,
volver a despertar, volver a trabajar, fenómeno en si mismo
ritual en tanto supone la continua reiteración de el día
y la noche como estos se dan a la vivencia, en el mismo modo, la repetición
o reiteración de lo mismo es consecutiva a nuestras actividades
corporales. A la reiteración de lo mismo corresponden nuestros
hábitos y costumbres, estas inciden positivamente también
en nuestros modos de significatividades, es decir, en las formas en
que de acuerdo a nuestras tipificaciones, nuestros modos de significatividades
pueden recurrir a los imperativos de esas reiteratividades, modos
en que inferimos, inducimos y damos algún sentido a nuestras
vivencias, y sobre todo a cómo nuestros modos previos de significar
las vivencias, y tipificar los fenómenos, inciden en las formas
sucesivas en que anticipamos la significatividad de las experiencias
venideras.
Desde las significatividades más simples y ordinarias en el
decursar de la vida cotidiana el ritual participa como un componente
implícito a los ciclos de reiteratividad que ofrecen regularidad
y estabilidad a nuestro mundo circundante. Lejos de ritual entendido
como una forma de práctica o modalidad de las expresiones corporales
o simbólicas sobre el fondo de la urdimbre de la vida cotidiana,
hablamos de ritual como esa urdimbre en si misma, como el conjunto
de las dinámicas, procesos, devenires y decursares, que ofrecen
a la urdimbre de nuestro mundo circundante, incluyendo los procesos
naturales y las altas tecnologías, su contextura, su ordinaria
estabilidad, su irremisible reiteratibidad, su inminente repetitividad,
su inconmensurable tipicidad.
Ritual no como algo que está en esos mundos de la vida cotidiana,
que hemos de buscar como buscamos una figura sobre un fondo, o un
elemento en un todo, como si ambos, la vida cotidiana en su transcurrir
y el ritual en su supuesta delimitación, se fueren exógenos
o externos el uno al otro, como si se fueren uno a otro el espacio
o contexto en que aquel, ritual, tomare lugar, su fondo, la vida cotidiana,
sino ritual como inseparable de la contextura misma de esa vida cotidiana.
La vida cotidiana es, de hecho, una continuidad tanto espacial como
temporal ella misma ritual, en el nivel corporal, tanto como en aquellos
ordenes de vivencia y relaciones con nuestros semejantes. Es la antropología
y sociología de estos nuestros mundos de la vida cotidiana
moderna, en nuestros hogares y ciudades, entre el día y la
noche, en nuestras actividades diarias y cultura de servicios, en
las actividades que conforman el conjunto de las vivencias y experiencias
que ofrecen a esa cotidianidad una relación de continuidad
y discontinuidad, decursares y reiteraciones, retomares e interrupciones,
hábitos y devenires, en la vivencia desde nuestros automóviles.
La reiteratividad y repetitividad continua de ritual en las altas
tecnologías revoca en nosotros la preponderancia de ritual
como un orden de permanencia y constancia que ofrece diaricidad a
la urdimbre de nuestros mundos cotidianos, algo que resulta en demasía
hoy constatable en las nuevas formas de la música moderna,
en la tecnomusic y en el new age. Cibernautas es ludricus mutantes,
el orbitante armónico, ritual moderno, tecnologizado, tecnoritual,
pero también ritual moderno en la vida cotidiana. Y estos son
mundos en que las altas tecnologías de el desarrollo y el ritual
moderno se reúnen, en que, sin dudas, como en nuestros mundos
ordinarios en el transcurrir de la vida cotidiana, se trata de un
ritual continuo y permanente, en esa recursividad de lo que se reitera
en una forma otra en que se repite disímil, como la forma en
el lup tecnológico, como el demo computarizado.No dispusiéramos,
de hecho, una representación de sentido sensible a la totalidad
que ofrece constancia y estabilidad a nuestro mundo circundante, en
el computador, o en nuestros espacios circundantes, si no dispusiéramos
de ritual. Nuestro descanso, nuestra vida laboral diaria, nuestro
esparcimiento y responsabilidades, entretenimientos y compromisos,
impresiones, sensaciones, vivencias, sensorialidades y experiencias,
nuestro sentido de tiempo y espacio, de vida y decursar, de acaecer
y devenir, nuestras emociones y afectos.
Este es ritual aquí y ahora en la contextura de una reiteratividad,
de una repetición disímil de lo mismo en las tecnologías
y en la comunicación, en la forma misma de el transcurrir.
Es la teoría de ritual en el mundo impresivo y sensorial, el
mundo corporal y de los lenguajes, en la vivencia de ciudad y naturaleza.
Una amplia variedad de fenómenos que suponen niveles significativos
de vida moderna y tecnología en esos mundos de vida cotidiana
contempla ritual; palimpsestos de cultura material.
Cultura Material
Con cultura material ofrecemos por sobre el conjunto de las totalidades
y conglomerados materiales y sociales, un recorte en y a esas realidades
extrayendo en ellas lo que a ellas y en ellas corresponde a la cultura
material. En su propio recorte, la cultura material sobre el conjunto
de aquellas totalidades y conglomerados materiales y sociales, precisa
una forma en la cual ni la materia puede darse toda ella llevada al
plano de lo otro absoluto de la subjetividad o el ser, más
que a condición de entender cómo el recorte mismo materia-materia,
torna pocas cosas correspondientes al mundo de la materia, irrelevantes
a nuestras significatividades de ese mundo material, incluidas sus
formas naturales, ni la cultura puede entenderse, según el
mismo supuesto que le era implícito a aquella otredad, sin
ser remitida a sus formas materiales más que por los modos
en que según su recorte, la cultura material torna a la relación
misma cultura-cultura irremisible sin su aspecto de cultura material.
La materialidad tecnológica cuyo coseico tanto hemos analizado
es así también una realidad discreta, mensurable y conmensurable
con la cual podemos abarcar una variedad de fenómenos todos
los cuales quedarían escindidos unos de otros si les percibiéramos
por separado. Una variedad significativa de ejemplos serán
suficientes para sedimentar la actualidad y fecundidad de este concepto,
tanto desde el punto de vista de los asuntos remisibles a nuestras
interpretaciones y exégesis de las formas materiales de la
cultura, cualesquiera que estas sean, discutibles en la tecnología
o directamente en los emplazamientos urbanos, como por el carácter
de totalidad leíble y legible, que le dispone como una bastedad
en la que podemos contemplar desde las ciudades, hasta la naturaleza,
desde la arquitectura y el urbanismo, hasta las lecturas de tiempo
y espacio en las formas palimpsestuales en que toman lugar como formas
materiales los remanentes y reminiscentes de ambas, la modernización
homogeneizadora, expresada en la interacción entre mercados
y formas modernas del consumo, y conglomerados visuales de diverso
tipo, inventados y turísticos, tradicionales e ideosincraticos,
o creados como imágenes de el turismo de cara a la tradición
o a la inversa, de esta última de cara al turismo, interrelacionados
uno y otro, uno en el otro, cada uno a través de el otro, en
su propia urdimbre, en su contextura, o preservados en la autenticidad
de sus forma
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