Lo Dado y lo no Dado
por Abdel Hernández San Juan
Part 1 Part
2 / Part 3
Sentido y Significatividad
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Tyler, George Marcus, The University of Houston, Quetzil Eugenio,
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depot, let just read a few, clean and select. A sound was calling
me to be here back to the doc to continue my writing.
La etnografía no es una forma del discurso cuya referencia
a mundos, realidades o espacios sociales se supedita a la ilusión
denotativa o referencial. Su competencia propia no estriba en ello.
Aunque puede recurrir a este, ella misma no consiste en una forma
discursiva de la referencialidad o de su ilusión. Pero la etnografía
tampoco es en su reverso una forma obnubilada de desfamiliarización
representacional, como ocurre a cierta filosofía y estéticas,
o una forma de discurso que recibe a su lenguaje modos que la inscribirían
en su propio corpus, de acuerdo a homologias o equivalencias estructurales
que serian acogidas, como en una especie de trance scriptorium en
la ilusión referencial misma, según instituciones, grupos,
etnias o linajes como ocurre a la etnología en un sentido o
a la psicología y la psicología social en otro. En el
reverso o la antípoda de esta disparidad, sin embargo, entre
discursos saturados de referencia y aquellos otros desfamiliarizantes,
la etnografía tampoco es una forma de profusión de los
simulacros o sublación obliterada en que los horizontes de
referencia son proferidos, o intercambiados por sus simulacros,dística,
entre el artilugio de lenguajes, tecninicdad de géneros, reseña,
reportaje, comentario, ensayo, articulo, y la realidad a cuya representación
esos lenguajes han de quedar supeditados, supuestos de relación
extrínseca entre el lenguaje, la escritura y el media, en un
lado, y los hechos o realidades, en el otro, la etnografía
elude el embodiment que cualquier representación supone a lo
real, y a los cuerpos, haciendo de los modos mismos en que escritura
y discurso intercambian efectos de realidad, la descripción,
la constatación, el análisis, los datas, la empiria
y, sobre todo, el trabajo de campo, el centro de ese discurso y de
esa atención.
Su relación a la filosofía del lenguaje
y la lingüística es así la más adecuada
e inclusiva, pero no para traer al discurso etnográfico cuestiones
sobre el lenguaje, la estructura o el mundo que serian entonces, como
por el efecto de una inmanencia sobre el en si de estas nociones,
transportadas, adaptadas o asimiladas a cuestiones que resultarían
ellas si, en diferencia a otras, como pretendió fallidamente
Levis Strauss, las que definirían su esencia o su especificidad,
como dirían algunos, la lingüística se ocupa de
los fonemas, la etnografía de las etnias, sino precisamente
por lo opuesto, por el hecho de que, a diferencia de las restantes
ciencias sociales y humanas, la etnografía se define por la
propia posición del cuerpo, la ineludible subordinación
de el discurso al decurso, del lenguaje, escritura o voz, al cuerpo,
de la escritura a la situación de escritura, de las totalidades
sociales referidas, a las condiciones sociales de referencialidad,
de los supuestos sobre objetos sociales predados, al trabajo de campo
como la forma social primera y ultima irreducible a totalidad referencial
o social alguna.
El trabajo de campo es infinitesimalidad corporal, vivencial, situacional
y experiencialmente individuada e individualizada, la utopía
y la realidad del insitu y el presente absolutos, en que se definen
relaciones interpersonales, lugares de vida y trabajo, estancias,
emplazamientos, encuentros, conversaciones, viajes, visitas, recorridos,
personas, despedidas y vueltas, compenetraciones y explicitaciones,
extrañamientos y familiarizaciones, acerbos y afinidades, sinestesias
y contactos, lenguas e idiomas. El espacio que puebla el discurso
etnográfico no es así el de los grupos y linajes, las
instituciones y formas de parentesco, las formas de clasificación
y las relaciones étnicas o etnoculturales, sino el espacio
de la situación de escritura misma, de la decursividad de formas
escriturales y performativas, también visuales, en este modo
correlacionadas, de la ciudad y los cuerpos infinitesimalizados, de
las relaciones interpersonales, de la performatividad individuada.
El lugar de la etnografía es junto a la teoría del performance,
pero de la performance indivisa, individuada, absolutamente singular.
Esta debe desarrollarse como una ciencia de la performance muy dotada
y nutrida en teoría del performance.
La etnografía debe ser ella misma la performance
y junto a la teoría del performance, integrar la serie de ciencias
serializadas que han debido acogerse a la milimetrización del
sentido, formas de discurso enchidas de sentido y nutridas en realidad
de la realidad, los realias o reálias anteriores a cualquier
representación denotativa o referencial de la realidad, debe
así desarrollarse como una ciencia de la performance cuya performance
es la performance de la ciencia que es un arte. Para hacer esto, la
etnografía, sin embargo, requiere antes décadas de desarrollos
meta teóricos. La relevancia moderna de la etnografía,
como quejida y casi agonizantemente preconizó Geertz, es desde
y hacia un campo literario, intelectual, visual y artístico
más amplio desde el cual alguna ves soltó el ancla y
quedó a la deriva. En la misma forma en que Aristóteles
sostuvo que la filosofía surgió de la peripatesis de
hablantes que caminan o caminantes que hablan, que Derrida definía
luego como la sujeción ultima de la filosofía a la amistad,
la etnografía fue inicialmente una forma del folclor relacionada
a la acrobacia y al circo, cuya peripatesis consistía en cambiar
el lugar, en variar la estancia, en la ida y la vuelta, en el ir y
el venir.
Sin fiesta, como el arte sin estética, la etnografía
muere. Su relación a la familia y el parentesco vueltos objeto
de estudio fue en realidad una pesadilla para la etnografía,
no un sueño, que mejor seria no interpretar. La etnografía
es la fiesta de lo urbano que no se deja agazapar por la representación,
en la escritura o en el habla, en los cuerpos. Mientras al arte corresponde
la belleza, a la etnografía corresponde la alegría tan
significativa como la belleza, pero no la alegría cómica
o humorística, que pertenece al drama y la dramatización,
sino la alegría como un estado permanente, como modo de vida.
Esto no la opone al teatro pero si la distancia frente a aquel. El
teatro teatraliza el tiempo en su complicidad con la representación
la cual le agota y consume en la máscara. La estética
es una forma de relación sublime al tiempo, si su relación
al tiempo deja de ser abierta a la temporalidad del tiempo, a su contemplación
y auto contemplación, la estética muere, comienza siendo
reificada por formas sociales del gusto y termina diseminada a lo
largo y lo ancho de la antropología y la sociología
que la absorben y terminan consumiéndola.
El arte más ampliamente interpreta la belleza de este sublime
y la devuelve en formas de la comunicación y la expresión,
es un interpreneur que conmovido en la belleza de ese sublime, lo
expresa y comunica, por eso el arte mantiene una relación con
la estética, si el arte deja de consistir en interpretar la
belleza de ese sublime, como ocurre a no poco arte que llamamos actual,
este queda desprovisto de la estética, esta, como ciencia,
ya no lo explica y no le corresponde, quedando entonces supeditado
a otras formas de relación al tiempo como aquella pragmática
más propia a la semiótica.
La etnografía conoce este dilema porque si bien ella no es
como la estética la contemplación de ese tiempo sublime,
ella es ese tiempo sublime, o, para ser más preciso, esta hecha
de ese tiempo, la estética es la impresión y la percepción
de la belleza de ese tiempo en su forma puramente contemplativa, su
exclamación y su sensación abstraídas, la etnografía
en su diferencia no puede contemplar ese tiempo porque ella es en
él, ni lo contempla ni lo interpreta, lo vive, inmersionada
en él. Cuando el arte no quiere limitarse a ser un simple interpreneur
que expresa o comunica este tiempo y se abre, bien sea a través
de su concepto, de su definición, o simplemente a través
de la relación entre el arte y la vida, entre el autor y su
obra a la vida, el arte comienza a tener una impresión somera
de la etnografía que a hecho de esto en si mismo una ciencia.
En hacer de esto una ciencia la etnografía se excedió
en la misma forma en que el arte se excedió como interpreneur,
en un lado, y como pragma semiótico, en el otro.
En su relación a los realias anteriores a cualquier forma de
representación denotativa y referencial, o a su obliteración
sublacional, la etnografía es la contraposición positivista
a aquella disolución del ser, la esencia y el concepto en la
inmanencia por mediación de la cual la otrora filosofía
del ser, la esencia y el concepto, ejemplarizados por Hegel, indistinguió
en el filosofar de estos, al mundo de la monada y al mundo de la materia
inanimada química, física, geográfica o astronómica,
diluyendo a aquel en la nada de estos, transfiriendo así a
la materia el absoluto teológico de dios y adjudicando a la
inmanencia atributos tomados desde el ser monadico que ineludiblemente
se relaciona a mundos de vida, arquitectura, naturaleza y ciudad.
Ella es en la antípoda de la etnología, que quiere transferir
a las culturas y las ciencias que la estudian, etnología, antropología,
o estudios culturales, el esencialismo inmanentista de aquella Filosofía,
ideologías de la sustancia que en las postrimerías farmacéuticas,
baipaseadas como ciencias exactas, son en realidad teologías
de la materia, transfieren al movimiento del concepto y el ser supuestos
sobre una movilidad otra en la que concepto y ser quedarían
expuestos al movimiento de la historia. Ella es poshistorica. Es la
negación de ese relato mitico a través del cual el sentido
del decursar quedó desprovisto de relación al lenguaje.
A lo que debe arriesgarse la etnografía según la agonística
en que le alerta Geertz, no es a aceptarse como escritura, eso ya
el mismo Geertz lo propició, sino en no hacer suyos temores
respecto al cuerpo que provienen de ciertas propensiones en el arte
y la filosofía, escindidas de la relación viva y vital
de la escritura, la creación y la praxis a los mundos de vida,
y a espacios societarios, formas en las que, por adyección
desfamiliarizadora o por sobresaturación referencial, transfieren
el temor por sus propios cuerpos a un campo más amplio en el
que la etnografía se define precisamente por lo opuesto, por
una extensa y bien nutrida tradición propia sobre el cuerpo
en el trabajo de campo.
El mundo societario de la vida cotidiana, de los mundos de vida, es
suficiente para el escritor y pensador autentico, el diáfano
transcurrir de la vida cotidiana como decía Derrida en alusión
a Hurssel y Benveniste, ese brote puro de la vida en su fluir es la
forma última y más elevada de la trascendencia. La etnográfia
no es una forma de discurso dado en la ilusión referencial
o denotativa respecto al mundo, pero tampoco y menos el reverso o
la antípoda de aquellos modos del realismo ingenuo y la subordinación
del sentido de realidad del lenguaje a los efectos especiales conseguidos
por el renacimiento en el dominio de formas ilusionistas de producir
efectos de realidad, que persuadidos por el adyectismo desfamiliarizador,
esquivaron la relación entre lenguaje y realidad, apegándose
a las técnicas y entregando sus cuerpos a estas, sin distancia
conceptual a la disponibilidad natural y opcionalista de las mismas
como formas de lenguaje, quedando bien sumidos en la artesanía
y las divisiones seculares en que con estas se dividen los cuerpos
y las conciencias, o bien en la ilusión de una salida hacia
lo social desde las técnicas como en el discurso de la escultura
social de Joseph Beuys que terminó consumido en ideologías
de la sustancia, ayudantes de farmacia, o alienados en corporaciones
de la obliteración sublacional.
La etnografía es el discurso del trabajo de campo que corresponde
a la performance de la vida cotidiana donde el cuerpo y las relaciones
corporales en el diario son espaciadas en órdenes de realidad
–los realias--, anteriores a cualquier forma de representación
del cuerpo y de la realidad. La remitencia de toda forma de el discurso
o la escritura a la situación de escritura y al cuerpo en el
trabajo de campo, sin embargo, no es aquella en la que el cuerpo,
devenido en una forma del excedente en la plusvalía del referente,
el intercambio de capitales de representación de los cuerpos
y sus documentaciónes, deviene objeto de la representación,
o en su reverso superjeto supercorporado a la deriva en la sublación
hipostaciada de embodiments que en realidad no son sino agonías
corporadas de la adyección.
En el trabajo de campo etnográfico las totalidades espaciales
y temporales son las mismas que conforman la relación entre
el día y la noche en la vida cotidiana, la ciudad, y sobre
todo, la performance de este mi cuerpo con el cual escribo, que en
unos minutos sale a buscar café a la vuelta, y retorna, que
unas horas más tarde sale a buscar a los hijos, y organiza
sus actividades de la semana. La etnografía es así la
performance, tanto .para la ciencia como para el arte, desde una y
desde la otra, una científica, otra de sentido común,
la inversión decisiva hace de esta relación un campo
inagotable de nuevas posibilidades, campo fecundo que se expresa,
por un lado, hacia la auto sociología, es decir, hacia nosotros
mismos como escritores e intelectuales, los campos de la ciencia,
la literatura y el arte, y por otro lado, hacia una performance en
los mundos de vida, y el trabajo de campo.
La primera forma de performance en la etnografía es la performance
como significamos esta palabra en inglés que significa la performance
humana, la performance que conforma la totalidad de nuestras actividades
diarias y su competencia, nuestra performance es nuestra actividad
cotidiana y esta estrechamente relacionada a nuestra capacidad de
optimizar y hacer tan eficiente como sea posible esa performance.
La etnografía misma debe ser esta performance, debe ser ella
misma, la performance. La segunda forma de performance en la etnografía
es la performatividad que se define por la relación entre nuestra
performance y los objetos de esa performance, específicamente
y por sobre todas las demás relaciones entre la performance
y el objeto, aquella que supone la relación gnoseológica,
cognoscente y la presencia de la performatividad en las formas de
esa relación entre el sujeto y el objeto, esta es la relación
implícita y priorizada entre la epistemología y la etnografía.
La performatividad es un modo de la performance continuada en la vida
diaria, pero no todas las formas de nuestra performance se relacionan
a un objeto, de modo que la performatividad introduce un aspecto nuevo,
diferenciado, especializado si se quiere, que es aquel que supone
la especifica relación de nuestra performance a un objeto.
La performatividad, sin embargo, como la performance, continua indivisa
a la vida cotidiana tanto como indivisa en la relación entre
el sujeto y el objeto. La performance que hace a la etnografía
no es ella misma una obra con intención autoral. La etnografía
que es ella misma esta performance hace de si misma y de la performance
en que ella es, objeto de su atención, así como de las
formas de esta atención otro objeto de su atención.
En el hacer de esta atención objeto de su atención la
etnografía deviene el discurso del trabajo de campo que lo
es sobre la performance en que la etnografía es, de este discurso
y sus formas de escritura pueden surgir obras autorales y literarias.
La cuestión que dilucido y propongo aquí es resituar
la pregunta sobre las formas de lenguaje que fue dirimida en los tiempos
de el positivismo lógico, filosofía del lenguaje y lingüística,
los albores mismos de, en sentido científico riguroso, eso
que entendemos como conceptualismo teórico, tanto como el autotelismo
y la tautología que la cuestión supone, hacia una teoría
de lenguaje y realidad, los realias, haciendo de la presencia de variadas
formas de lenguaje en el lenguaje, el objeto de atención, modos
de veritatividad en el afuera de ese lenguaje, empiria, demostración,
prueba, y sus diatribas, como el objeto mismo de una epistemología
que es ella misma una forma sui géneris, si se quiere, de filosofía
del lenguaje etnográfica, de etnografía, como he sostenido,
situada en la performance.
La teoría sobre las formas de tipicidad y los modos de significatividad
y acerbos a través de los cuales se conforman los modos de
nuestros conocimientos en los mundos de la vida cotidiana y estos
mundos de vida en si mismos, entendidos, sin embargo, desde el lenguaje,
resultan el horizonte primero y último de una teoría
del trabajo de campo en que la performance, la etnografía,
y el self, son decisivos.Así, mientras el movimiento hacia
el si mismo, tautológico y autotético, tanto como hacia
la especificidad en la coseidad en la exterioridad, hemos de verla
en las artes como una búsqueda en lo especial de los lenguajes,
aquello que según unos hacia raro o rarificado el lenguaje
de estas, la vemos en el lado de las ciencias exactas con el positivismo
lógico como la relación entre la cientificidad de los
lenguajes científicos versus las formas de conocimiento propias
al sentido común.
Las relaciones entre lenguaje científico y lenguaje de sentido
común las comprendemos en el centro de los imperativos de cientificidad
vistos como imperativos de lenguaje dados en la definición
misma de objetos y formas de constatación, observación,
estudio, research, etc. En el tomar la relación entre lenguaje
científico y ordinario como central, uno se hace la pregunta
de hasta que punto ambas formas de lenguaje no están más
en relación unas con otras de lo que usualmente habríamos
supuesto. Al abrirse las relaciones entre lenguaje científico
y lenguaje de sentido común a la relación entre el sujeto
y el objeto, nos sobreviene la pregunta sobre porqué dejar
fuera el asunto mismo de la relación entre cientificidad de
lenguaje versus lenguajes de sentido común, que nos habría
servido en la definición de ese si mismo, para hacer de esta
relación entre lenguajes, el objeto en si mismo de la ciencia.
Porqué tendríamos que una ves inmersionados hacia la
especificidad de lenguajes versus lenguajes de sentido común,
plantearnos como objeto asuntos que fueren omisos hacia esa misma
relación como una relación de lenguaje? Si el inmersionismo
introspectivo habría de presentarnos en el primer plano la
relación entre dos formas de lenguaje, una científica,
la otra de sentido común, porqué tendríamos que
en el definir de sus exterioridades, su coseidad y objetos, hacer
caso omiso a esas mismas formas de lenguaje en el sentido común?.
Esta movida conceptual supone que digamos, si hemos de buscar en la
inmersión sobre la cientificidad de los lenguajes las relaciones
a las formas de lenguaje de sentido común, porqué definir
nuestros objetos de estudio como volviendo a buscarlos ahora otra
ves sin considerar la forma en que esos dos lenguajes están
en relación uno en el otro?.
Porqué definir un objeto en el mundo real que no le venga dado
en ese lenguaje en si mismo, en la forma misma en que en ese lenguaje
están en contacto y relación formas de lenguaje científico
y formas de lenguaje de sentido común?. El mismo asunto no
podríamos dejar de plantearlo de un modo más desicivo
en la sociología donde este relación desde el lenguaje
mismo entre dos formas de lenguaje, se vuelve un hacia si misma en
los dos sentidos que esa relación de lenguajes, lo cual supone
una cuestión sociológica que es en su correlativo desde
la relación misma entre lenguaje y realidad, lenguaje y mundos
de vida, realias y la performance, una cuestión de etnografía.
Sin embargo, la etnografía, aunque puede contemplar, considerar,
priorizar y hacer en el hacer inclusivos mundos de vida o la vida
cotidiana, bien sea como asunto a la atención y tema, o como
objetivo en las objetivaciones, formas de la cibernética, la
lógica formal, los nuevos medias, las tecnologías modernas
y modernizadas en la era de internet, los fractales, o los medios
masificados, tampoco es ella una forma de programa en el que la abstracción
filosófica de las formas puesta en función de programaciones
computadas y computarizadas que son formas iteradas y aliteradas de
supresión referencial en que se omite la relación desde
el lenguaje a mundos de vida y cotidianidad, inscribiendo en su lugar,
como forma sublasiva, relaciones simplificadas, baipaseadas por minimalistas,
entre lenguaje y realidad.
Como si la realidad misma estuviese pidiendo un lenguaje que seria
aquel que le correspondería, los géneros informativos
resultan en esto la propensión, lo mínimo vehiculiza
lo simplista o carente de deconstruccion, esa profusión indiferenciada,
que no objetiva el lenguaje mismo como materia, entre lenguajes y
hechos, narrativas y acontensimientos, supeditacionalismo de lenguaje
a realidad con su, “esto se escribe así porque es en
si lo que es y el lenguaje sólo lo nombra”, o el “te
cuento lo que me contaron”, o el “así fueron los
hechos porque aquí están los documentos publicados”,
y a la entera inversa, lo mismo en otra forma, el escritor que no
se reconoce como actor vivo y activo en los mundos de vida en que
escribe y sobre los cuales escribe.
La etnografía no es así tampoco una forma de programa
computarizado que ofrece su cuerpo iterado y aliterado de abstracción
en las formas a formas que en su opuesto dan la escritura por la escritura
de sus referentes, formas de producción de efectos de realidad
según la profusión de los simulacros, lo dicho por los
hechos, la descripción por lo descrito, la historia por lo
narrado o contado, los acontecimientos por lo informado. Ni programa
computarizado que ofrece su cuerpo iterado de materia tecnológica
a representaciónes literalistas, ni profusión de los
simulacros –Boudrillard y la producción de efectos de
realidad proferidos en el lugar de la realidad misma, y las formas
subsiguientes de producción de esas profusiones, la etnografía
no da la escritura por lo real escrito ni hace pàsar por relación
directa, formas de posesión de lo real por el lenguaje según
representaciones.
En sus antipodas, aunque alguna dosis de sobreordinación es
requerida por la materia misma del lenguaje, la etnografía
tampoco es una forma tan sobreodinada de interpretación de
la interpretación de la atención, de la descripción,
de la empiria, de la observación, de la observación
de la observación, en la que la escritura evade su relación
con el cuerpo, el cuerpo con la situación de escritura, la
situación de escritura con los mundos de vida, el trabajo de
campo con la performance, la performance con la actuación y
la actuación con el transcurrir de la vida cotidiana. Qué
los sentidos o el sentido traigan consigo significados, meanings,
no es algo que esté dado o garantizado de antemano. Antes que
los sentidos o el sentido puedan ser traídos al orden de los
meanings, los sentidos participan de un universo sensorial que contempla
tanto la forma misma en que aprehendemos el mundo circundante, natural
y social, como las sensaciones a las mismas relacionadas. El sentido,
sin embargo, en una entre sus formas, no menos significativa que las
restantes, se relaciona a los significados. El concepto de significado,
sin embargo, como este se nos da en la lingüística tanto
como en sus acepciones ordinarias, no es adecuado o suficiente para
explicitar esos modos en que sentido y significado se relacionan.
El concepto de significado, en su acepción lingüística
tanto como en aquella de sentido común, supone, por un lado,
un cúmulo de atribuciones a través de las cuales el
lenguaje y sus más breves elementos, palabras, frases, signos,
indicios, metonimias, imágenes, nos resulta amalgamado y saturado
de supuestos y formas adjudicativas previas, y, por el otro, una posición
relativa que incluye los significantes, los interpretantes y la interpretación.
Precisamos aquí el significante, no en tanto el portador material,
o lado matérico-fáctico, que nosotros mismos hemos acogido
respecto a otros asuntos, sino en tanto el que está en posición
de significar. Cuando aun no se ha significado pero se esta por significar,
el interpretante es la interpretación anticipada, potencial
interpretativo, y la interpretación la apertura de esa disposición
bien a su corroboración, desde el lado de la intención
o la anticipación, bien, sobre el afuera de ese lenguaje, como
simple polisemia o infinitud de interpretaciones posibles.
Así, mientras por un lado el concepto de significado se cierra
a la atribución en amalgamas supersaturadas de adjudicativos,
tanto como a la intención o al querer decir de la expresión,
por otro lado se abre a la interpretación indefinida quedando
en sus dos extremos, mundo atributivo-adjudicativo—mundo intencional,
mundo en la infinitud interpretativa--, superditado a niveles tales
de sobreordinación metalingüística y semántica,
que en ellas el concepto de sentido queda desprovisto sino diluido,
esparcido y diseminado, sin relación potencial a aquella fresca
sensorialidad que le relacionaba a los sentidos y a la sensorialidad.
De modo que cuando decimos sentido y significatividad no estamos precisamente
hablando de significado en la forma en que hemos precisado antes este
concepto.
Antes bien, es precisamente frente a aquel concepto de significado
que no se han ofrecido vías o alternativas a la teoría
del sentido, o de eso que propiamente podríamos definir con
el sentido en su propia especificidad, tanto en el lado de la interpretación
exponencial infinita. donde el sentido se aproxima a la entropía
y a cero, como en el lado de la sobresaturación atribucional,
cumulada y amalgamada de significados previos e intencionalidades
interpretantes, donde el sentido se diluye aproximándose a
la entropía y a cero esta ves por efectos de sobreañadidura
e hipercodificación significante.
Estamos más bien, en las antípodas de todo lo antes
refrescado, refiriéndonos aquí a sentido y significatividad
en tanto precisamos una distinción decisiva desde nuestro concepto
de significatividad que agradecemos a la sociología del conocimiento
de Alfred Shurtz y el campo de los sentidos en que en cierto modo
retornamos el sentido a ese orden más sencillo si se quiere
en el que nuestros sentidos sensoriales están abiertos al mundo
circundante henchidos de vivacidad y en el que asentimos que esto
o aquello nos hace sentido. La cuestión aquí es pues
la de aquello que importando poco cuales puedan ser o dejar de ser
nuestras interpretaciones, intenciones o puntos de vistas, irremisiblemente
nos hace sentido y porqué.
La cuestión aquí es entonces también, la de relacionar
esto que irremisiblemente nos hace sentido independientemente a cuales
puedan ser o dejar de ser nuestras interpretaciones o intenciones,
con la cuestión misma de la significatividad que no se refiere
ni al significado ni al significante sino a las relaciones mismas
que definiríamos como inmediacies, inmediateces, a través
de las cuales aquellos sentidos primeros, sensoriales y henchidos
de vivacidad se presentan en ese nos hace sentido relacionadas a ordenes
de significatividad que suponen los mundos de vida y de la vida cotidiana.
Al volver así sobre el concepto de significatividad desde los
inmediacies senses y a la inversa, obtenemos resultados novedosos
en ambas direcciones que amplían a la ves que enriquecen, hacia
un lado y hacia el otro, tanto como en la inclusividad de un lado
en el otro, sus relaciones, sus interrelaciones y sus correlaciones.
Los Body Problems no son tradición de la etnografía
sino de formas de la filosofía y el arte consumidas en obtener
legitimación, en conseguir dividendos de representación,
en el que quienes siempre hemos sido y somos sanos, somos espontáneos,
improvisos cuando la creatividad o el virtuosismo lo requieren, y
no andamos, como los enfermizos, que temen por el cuerpo o la mente
ajena como si fueran los suyos propios, pendientes de apariencias
sobre los cuerpos y mentes de nuestros semejantes.
The Book Ilustrations
Fig 1- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment Software’s
Programs Installations and Visual Multimedia Developments, Digital
Photography
Fig 2- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment Designs
of Virtual Pages for Writing and Visual Documents, Digital Photography
Fig 3- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment of
the Emails Environments with Inboxs and Sends, Digital Photography
Fig 4- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment with
designs of Windows of Internet reds and connexions inside the desk
environment and simultaneity of files of writings and the internet,
Digital Photography
Fig 5- Proximity Digital Photos of the internet Sites, Webs, Portals
of the virtual grain of texts and images, Digital Photography
Fig 6- Computer Drawings and Paintings
Fig 7- Virtual Demos
Fig 8- Scrim Refreshments
Fig 9- Proximity Digital Photo of The Computer Desk Environment of
Hojaldred Files, Digital Photography
Fig 10- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment Softweres
Programs Installations and Visual Multimedia Developments, Digital
Photography
Fig 11- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment Designs
of Virtual Pages for Writing and Visual Documents, Digital Photography
Fig 12- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment of
the Emails Environments with Inboxs and Sends, Digital Photography
Fig 13- Proximity Digital Photo of the Computer Desk Environment with
designs of Windows of Internet reds and connexions inside the desk
environment and simultaneity of files of writings and the internet,
Digital Photography
Fig 14- Proximity Digital Photos of the internet Sites, Webs, Portals
of the virtual grain of texts and images, Digital Photography
Fig 15- Proximity Digital Photo of The Computer Desk Environment of
Hojaldred Files, Digital Photography
Fig 16- Monet, Sol Naciente, 1872
Fig 17- Monet, La Catedral de Ruan, La Portada a Pleno Sol de la Montana
Fig 18- Monet, Nenúfares
Fig 19- Monet, El Parlamento de Londres
Fig 20- Monet, El Estanque de los Nenúfares con Sauses
Fig 21- Alfred Sisley, Niebla Matutina
Fig 22- Camile Pizarro, Mujer Tendiendo la Ropa
Fig 23- Camile Pizarro, Mujer en un Huerto
Fig 24- Redir, Torso de Mujer
Fig 25- Degas, Bailarinas en Verde
Fig 26- Degas, Bailarinas en Azul
Fig 27- Cezanne, Puente sobre el Estanque
Fig 28- Cezanne, La Montana de Sainte Victoire
Fig 29- Cezanne, Los Bañistas
Fig 30- George Seurat, El Circo
Fig 31-50- The Berkeley Markets, The Berkeley Carnival, The San Francisco
Urban Towns, The Houston Renascence Festival, The Art Cars
Notes
(1)- No en balde no pocos entre quienes protagonizamos el pensamiento
contemporáneo hemos en los últimos anos dedicado no
pocas referencias, yo en mis propios términos al concepto de
heterogeneidad, el hecho de que un numero considerable de nuestros
supuestos cognoscitivos respecto a la filosofía y la teoría
del conocimiento misma en pasados no tan remotos como podríamos
suponer, a penas el mismo siglo XX, estaban supeditadas a la idea
de que mundo cognoscente era, o bien mundo que se presentaba en la
forma de fenómenos correspondientes a sustratos o esencias
por conocer, o bien mundo que se manifestaba en los fenómenos
y relaciones de estas formas a sustratos a cuyas direcciones dedicar
el conocimiento.
(2)- Quisiera precisar que lo que defino como un fenoménico
de las tecnologías modernas en el alto desarrollo se refiere
aquí sobre todo el mundo del computador, la computadora personal
y el laptop, sus ambientes, sus sofsweres, sus programas de escritura,
visuales y sonoros, como estos se disponen a la sensación y
la impresión desde el desk o escritorio e incluye también
la simultaneidad multimedializada tanto de la disponibilidad de estos
docs, como entre estos docs y la simultanea conexión y accesibilidad
continua, fluida y según dinámicas de alta eficiencia
a internet incluyendo la navegación y las sensaciones de apariencia
visual, tactilo visual y sonora de los sitios, webs e imágenes
que en estos se repliegan y recorren, se clikean y opcionalizan, se
visitan y se escogen, pero también el correo de Inboxs y sends,
los chats de escritura, e incluso también las formas actuales
de la tele-presencia, el ver o escuchar con quien hablas simultáneamente.
Todo esto, sin embargo, considerado en modo integrado, desde la perspectiva
de la escritura en el Microsoft work y al primer plano la cuestión
misma de la escritura frente y a través de el monitor, entre
el teclado y la pantalla táctil, no excluyendo el digito directo
con el dedo o algún aditamento plástico sobre el cristal.
Fenómeno que se desenvuelve en condiciones enteramente exitosas
y pacificas en el mundo anglosajón en Estados Unidos según
mi propia vivencia, condiciones de heterogeneidad en las cuales las
temporalidades se desenvuelven en forma fluida y estable.
(3)- Una teoría filosófica y científica no debe,
en nuestra consideración pretender algo más, en lo cual
compartimos las consideraciones de Habermas (Teoría de la Acción
Comunicativa I y II, y Ciencias Constructivas y Reconstructivas: Conciencia
Moral y Acción Comunicativa), que la humilde posibilidad de
que nuestros libros y ensayos puedan motivar, resultar asertivos,
corroborar unas páginas de mutua explicitación y compenetración.
Una filosofía de la sensación no puede dejar de moverse
hacia horizontes cuyos confines transcienden a la fenomenología
misma, como propongo y desenvuelvo de hecho en este libro. Existe
una relación estrecha entre telos y media, por un lado, relación
en la cual todas las preguntas teleológicas se fusionan en
preguntas sobre la fenomenología de ese media, de modo que
aquello que en Hegel era una fenomenología del espíritu
desde la antigüedad griega, deviene en una fusión entre
tecnología y espíritu, notable en la nueva música
techno new age, fusión de epistemología y tecnología,
epistemología y semántica, entre un espacio y el otro,
tanto en la ciencia como en el arte, ambas, quedan fusionadas a ese
filosofar.
Lo anterior no significa que a la ciencia y al arte no corresponda
a cada una en sus propios espacios una filosofía propia, la
filosofía de la ciencia como ciencia y la del arte, como arte,
seguirán existiendo ambas, tan vivas como vivas están
la ciencia y el arte, pero la ciencia y el arte se desenvuelven hoy
y desde hace ya varias décadas en ambientes tecnológicos
desde los cuales y en relación a los cuales todo, lo que entendemos
por texto y por memoria, ha sido expuesto a mutaciones inusitadas
y las epistemologías que corresponden al filosofar de esa sensorialidad
no pueden dejar de ser estas mismas las epistemologías que
corresponden a preguntas cruciales para ambas a la ves, la filosofía
de la ciencia y la del arte.
(4)- La cuestión de “lo dado” y “lo no dado”,
contempla también el orden de las representaciones por cuanto
mientras los realias anteriores a cualquier denotación o referencialidad,
se presentan como dados a los sentidos y las impresiones, cualquier
elaboración que respecto a estos desarrollemos supone “lo
no dado” que la denotación misma genera, universos que
en definitiva se extienden por sobre el fondo de lo previamente no
representado, no referencializado, no denotado y por supuesto tampoco
connotado. Bien hablemos sobre formas simples espaciales, objetuales
o distribucionales de relaciones entre ordenes de naturaleza y naturalezas
configuradas o agregadas, o entre realias como formas de realidades
predadas y realidades como ordenes de realias realizados o realmente
sobreañadidos, o entre palabras y cosas referidas, tanto como
la referencialidad y la designación, todos se disciernen y
desenvuelven epistemologicamente entre “lo dado” y “lo
no dado”, para el sujeto y el objeto, tanto como para el lenguaje
y el mundo.
La representación misma, de hecho, cuando es una realidad de
lenguaje en su propia materialidad, un manuscrito impreso trasladable
o computacionalmente distribuible, una oralidad transcribible o una
imagen reproducible, más o menos mediática, hipermediatica
o en su expresión sencilla, simplemente mediadora o mediacional,
hasta en sus formas más fidedignas a nuestras impresiones de
lo real y lo natural como aquellas suscitadas por las leyes de la
perspectiva renacentista, como hoy por los efectos especiales de los
más modernos computadores, es tanto o más en última
instancia una producción de mundo “no dado”, el
mundo de esa materialidad, sobre el fondo de aquello que nos viene
dado, tanto como en su propio artificio no deja de suscitar como representación
ordenes de ordenes que llegan dados luego a la impresión y
a la percepción.
(5)- El acerbo puede abarcar cualesquiera asuntos según sean
unas y no otros los asuntos en cuestión, puede tratarse del
acerbo científico y literario si nos referimos al acerbo de
lecturas de quienes escribimos libros como este mismo, o el acerbo
de quienes los leen, puede referirse al acerbo de vivencias y experiencias
que los individuos traen, si has vivido por determinada cantidad de
tiempo en estas o aquellas ciudades reúnes un acerbo de vivencias
urbanas sobre lo que es vivir en San Francisco, New York o en Houston,
Texas que te relaciona a través del acerbo a otras personas
que hayan vivido igualmente en estas ciudades por un tiempo considerable,
o establemente en ellas.
El acerbo puede acercar o distanciar a las personas según una
infinita variedad de motivos correlativos a sobre qué estamos
hablando. Viajar entre varios países puede ser un acerbo común
para personas con experiencias similares y acercarlas a compartir
sus acerbos. Ciudades que tienen más experiencias turísticas
que otras, comparten más que otras el acerbo de conocer experiencias
turísticas, y lo mismo puede ocurrir a la inversa, personas
que no comparten un acerbo común, o cuyos acerbos respecto
a temas o asuntos que según las tipificaciones resultarían
los mismos, pueden no compartir un mismo acerbo y a su respecto podrían
encontrarse unas frente a otras, comunicándose en torno a tipicidades
que les permitan entenderse, mientras las diferencias entre sus acerbos
podrían ser motivo para sus mutuas explicitaciones.
Las tipicidades resultan así por lo general más amplias
que los acerbos en tanto personas con el mismo acerbo pueden entenderse
entre si, pero personas con disímiles acerbos con frecuencia
tienen que recurrir a las tipicidades para poderse entender en torno
a cuestiones respecto a las cuales existen tantas más probabilidades
de que se presenten de modo similar para una variedad de modalidades
sin importar tanto cuanto puedan las diferencias entre los acerbos
distanciarles según sea el tema o asunto en cuestión.
Las personas pueden además compartir determinados acerbos que
les acerquen sobre determinados temas o asuntos, y no compartir el
mismo acerbo respecto a otros asuntos o temas de modo que con frecuencia
recurrirán a aquellos temas o asuntos en los que pueden compartir
acerbos mientras evitaran recurrir a temas o cuestiones que requieran
acerbos que no comparten o respecto a los cuales sus acerbos resultan
distintos.
Es significativo, sin embargo, apuntar, que ningún tema concebible
por la persona individual, el grupo o la sociedad, esta exento del
acerbo.
Aunque el acerbo puede ser disímil entre personas con distintos
acerbos sobre un mismo tema, todo tema humano, individual o social,
verse sobre las experiencias individuales de la persona, sobre sus
experiencias citadinas, sobre sus lecturas, sus preferencias, sus
vivencias, la ciudad, el cuerpo, la vida, sus impresiones o puntos
de vistas, sus afectos, las relaciones interpersonales, la relación
hombre-mujer, la relación a los hijos, la ciencia o el arte,
los viajes y las experiencias turísticas, todo esta comprendido
en el acerbo. Entre la tipicidad que puede volverse en terreno común
de entendimiento entre personas que no compartan simulares acerbos
y el acerbo, disponemos, sin embargo, de otros conceptos que referíamos
antes son la significatividad, los backgrounds y los sobreentendidos.
Mi concepto de significatividad es por estos y otros motivos más
amplio y rico que el de Alfred Shurtz, Shurt, sin embargo, sigue siendo
la referencia previa adecuada aquí, El Conocimiento en los
Mundos de la Vida Cotidiana.
(6)- Henry Bergson en Duración y Simultaneidad se refiere al
eter que defino como la forma móvil-orbital y paradójicamente
inmóvil-relacional de la tierra respecto al sol y otros planetas,
concepto que no discrepa en lo más determinante de mis análisis
sobre la ingravidéz como principio para el análisis
de determinadas relaciones entre estética y antropología.
No se trata de una disyunción o dislocación de tiempo
y temporalidad. Aunque ninguna forma de memoria virtual en la materia
inerte, podría ser más inteligente que nuestra propia
inteligencia, en tanto sólo nuestra inteligencia está
en condiciones de autoobjetivarse a si misma y objetivar formas otras
de la memoria, en la materia inerte, la remanencia supone formas de
la memoria distintas a la nuestra y, por lo mismo, disponibles a nuestro
conocimiento e imaginación sobre cuanto podríamos hacer
en términos de memoria, una ves que concientes de los potenciales
que ofrece esa forma de la memoria virtual, imaginaremos cuanto podríamos
hacer con la memoria. Como cuando decimos, ponte estos lentes y mira
a ver como te quedan, te los pones, e imaginas como verías
según te pondrías eso, la memoria virtual que podemos
filosofar en el filosofar la remanencia, nos permite imaginar que
podríamos hacer si nos pusiéramos por un momento esa
memoria virtual y dispusiéramos de ella.
Disponemos de hecho de ella –la memoria flash es un ejemplo--,
y el reto, el emprendimiento, la osadía, la aventura, la pasión
científica y filosófica consistirá precisamente
en filosofar esa idea otra de la memoria que según el filosofar
de la memoria virtual podríamos desarrollar sobre nuestras
disposiciones y representaciones de la memoria. No en balde la pantalla
táctil ha sobreabundado los confines sensoriales, corporales
y perceptivos de nuestro mundo sensitivo, ambiental y vital en el
mundo anglosajón en Estados Unidos. En la simple relación
entre la persona y el computador, el basto espacio de nuestra totalidad
sensorial y perceptiva queda sobreabundado por la imagen de millones
de individuos cada uno sentado frente a la pantalla digital, mientras
hacia los horizontes de la ciudad todo en esta ha devenido pantalla
digital, fachadas de edificios y vidrieras en las tiendas aparecen
cubiertas por pantallas digitales en las que se desenvuelven textos
e imágenes, luces y colores, formas y dinamismos, demos y lups
continuos.
De modo más decisivo en todo aquello que conforma nuestros
mundos de vida, modos y estilos de vida, en la cultura de servicios
en que vivimos, todo el horizonte de lo real se ha transformado en
servicios que han sido sobreabundados por la pantalla digital. En
ella, desde la más simple actividad cotidiana—solicitar
un sándwich en una lista haciendo click, hasta cualesquiera
funciones, ha sido traído a su absoluta proximidad sensorial,
todo esta computarizado, desde el trabajo intelectual y bibliográfico
hasta el entretenimiento y el disfrute, desde el aeropuerto, hasta
lo más mundano.
Dado que es una memoria virtual ella no se refiere a nuestra memoria,
es decir, a todo aquello que conforman nuestros recuerdos o nuestros
archivos, ni individuales ni colectivos, por lo mismo, un filosofar
de la memoria virtual en la materia inerte y fractal nos pondrá
frente al hecho de que a diferencia de aquel modelo según el
cual suponíamos que la ciencia debería consistir en
algo a ser corroborado, supondremos que la corroboración de
la ciencia no puede consistir más que en la experiencia de
otros, en ultima instancia los lectores mismos. Entenderemos así
nuestra capacidad generadora de un filosofar asertivo y a nuestro
lector y lectores, sus propias experiencias, sus propias percepciones,
sus propias relaciones con las computadoras y con la materia inerte,
sus propias sensaciones e impresiones de la computación, el
Internet y las altas tecnologías, como la instancia corroborativa
última.
Nos es requerido filosofar la relación entre la presencia actual
de esa forma fractal de materia que vemos, en su ahora y aquí
en el monitor, y su memoria virtual, el cómo esta presente
la presencia, ese modo peculiar que insita la sobreimpresión
tanto tras el cristal como en los impresos, efecto de presencia que
le viene como por un lado a su materia, sobre su lado, sobre su plano,
como si le moviere desde sus lados y a su ves le proveyere de una
cierta constancia de presencia. es esa impresión de sobrepresencias
o sobreimpresiones de presencia, sin embargo in presentes, aparecientes-parecientes
aparentes, colores y formas que visualmente efimeralizan en su propio
corpóreo, pero que no son efímeros.
De un lado el pasar en la impresión de coseidad de esa materialidad,
de su coseico tecnológico, la impresión de una materialidad
visual y táctil que no seria precisamente la que correspondería
a esa materialidad, según nuestra información y corroboración
empírica y sensorial de correspondencia, de otro lado, las
impresiones en que estas materialidades y coseidades perecieren copular,
copularse, y tendríamos finalmente esta forma otra de la presencia
como en que a la materia fractal corresponde una memoria virtual.
La permanencia misma como forma de la presencia, supone una constancia
de esa presencia, una relación entre la presencia y su tiempo,
su tiempo de presencia, parece como una forma de repetición
de presencia, Pero se trata más bien de una repetición
de memoria en la presencia, no de una multiplicidad de presencia en
una sola forma, materia o imagen. A esa materia corresponde en su
coseico de presencia una unicidad. Se trata de una memoria virtual
que remanece en esa presencia.
(7)- Existen en la actualidad un sin numero de suficientes razones
para desarrollar la antropología y etnográfica de este
concepto tecnológico de cultura material, su coseico y fenoménico
y mas allá hacia su relación en la cotidianeidad en
que formas más amplias en que esa cultura material se dan.
Aunque a primera impresión, este concepto pareciera provisto
por una generalidad tan amplia que pareciere abarcar cualesquiera
fenómenos, paradójicamente, a esta generalidad corresponden
precisiones que suponen más especificidades de las que en principio
podríamos suponer. No sólo porque con el removemos una
variedad de antinomias que vuelven conceptos de cultura irremisibles
entre si, sino porque, despejamos significativas variables sobre interpretación,
lectura y relación, respectivos a nuestra posición como
cognoscentes, cognitivos y perceptivos, la relación misma entre
el sujeto y el objeto, disposiciones que esta noción exige
en torno suyo y a su respecto.
Con su amplitud además, para la teorización de las diferentes
formas de relación entre materia y memoria, situando así
no sólo el alcance de este concepto para moverse fuera de las
disquisiciones entre tecnicidades, sino hacia el conglomerado de la
cultura visual dada en esas formas de la cultura material, disposiciones
todas según las cuales todas las formas de significatividad
expresadas en formas de la cultura material, como las materialidades
por las cuales hemos preguntado, la proximidad de ese fenoménico,
computadora, internet, son legibles y susceptibles, por lo mismo,
a la exégesis literaria.
(8)- La comprensión ultimadamente decisiva de que los actores
sociales significan el mundo como lo hemos significado nosotros --actores
sociales también--,y que las formas de significatividad que
estaban dadas antes y previas a las preguntas de las ciencias sociales,
las significatividades y acerbos, estaban ahí y son tan o más
significativas que cualesquiera de nuestras interpretaciones, es decisiva
para mi y requiere mi reconocimiento a Alfred Shurtz, respecto a quien
sostendré aquí en mis propios términos como el
primer sociólogo que podemos considerar propiamente un etnometodologo
en sentido riguroso.
(9)- El acerbo puede abarcar cualesquiera asuntos según sean
unas y no otras los asuntos en cuestión, puede tratarse del
acerbo científico y literario si nos referimos al acerbo de
lecturas de quienes escribimos libros como este mismo, o el acerbo
de quienes los leen, puede referirse al acerbo de vivencias y experiencias
que los individuos traen, si has vivido por determinada cantidad de
tiempo en estas o aquellas ciudades reúnes un acerbo de vivencias
urbanas sobre lo que es vivir en San Francisco, New York o en Houston,
Texas que te relaciona a través del acerbo a otras personas
que hayan vivido igualmente en estas ciudades por un tiempo considerable,
o establemente en ellas.
El acerbo puede acercar o distanciar a las personas según una
infinita variedad de motivos correlativos a sobre qué estamos
hablando. Viajar entre varios países puede ser un acerbo común
para personas con experiencias similares y acercarlas a compartir
sus acerbos. Ciudades que tienen más experiencias turísticas
que otras, comparten más que otras el acerbo de conocer experiencias
turísticas, y lo mismo puede ocurrir a la inversa, personas
que no comparten un acerbo común, o cuyos acerbos respecto
a temas o asuntos que según las tipificaciones resultarían
los mismos, pueden no compartir un mismo acerbo y a su respecto podrían
encontrarse unas frente a otras, comunicándose en torno a tipicidades
que les permitan entenderse, mientras las diferencias entre sus acerbos
podrían ser motivo para sus mutuas explicitaciones.
Las tipicidades resultan así por lo general más amplias
que los acerbos en tanto personas con el mismo acerbo pueden entenderse
entre si, pero personas con disímiles acerbos con frecuencia
tienen que recurrir a las tipicidades para poderse entender en torno
a cuestiones respecto a las cuales existen tantas más probabilidades
de que se presenten de modo similar para una variedad de modalidades
sin importar tanto cuanto puedan las diferencias entre los acerbos
distanciarles según sea el tema o asunto en cuestión.
Las personas pueden además compartir determinados acerbos que
les acerquen sobre determinados temas o asuntos y no compartir el
mismo acerbo respecto a otros asuntos o temas de modo que con frecuencia
recurrirán a aquellos temas o asuntos en los que pueden compartir
acerbos mientras evitaran recurrir a temas o cuestiones que requieran
acerbos que no comparten o respecto a los cuales sus acerbos resultan
distintos.
Es significativo, sin embargo, apuntar, que ningún tema concebible
por la persona individual, el grupo o la sociedad, está exento
del acerbo. Aunque el acerbo puede ser disímil entre personas
con distintos acerbos sobre un mismo tema, todo tema humano, individual
o social, verse sobre las experiencias individuales de la persona,
sobre sus experiencias citadinas, sobre sus lecturas, sus preferencias,
sus vivencias, la ciudad, el cuerpo, la vida, sus impresiones o puntos
de vistas, sus afectos, las relaciones interpersonales, la relación
hombre-mujer, la relación a los hijos, la ciencia o el arte,
los viajes y las experiencias turísticas, todo esta comprendido
en el acerbo. Entre la tipicidad y el acerbo, disponemos, sin embargo,
de otros conceptos que referíamos antes son la significatividad,
los backgrounds y los sobreentendidos.
(10)- Mi concepto de significatividad es sin dudas, por estos y otros
motivos más amplio y rico que el de Shurtz. Los ejemplos desarrollados
y analizados por Alfred Shurtz en su libro El Conocimiento en los
mundos de la vida cotidiana se limitaron exclusivamente al propósito
explícito y directo de explicar cómo se forman las formas
de conocimiento en los mundos de la vida cotidiana, es decir, a analizar
y objetivar en qué formas el sentido común desarrolla
sus formas de conocimiento recurriendo a acerbos, tipicidades y significatividades,
los ejemplos en que situaba Shurtz a sus personas tipos para el desarrollo
de sus análisis y explicaciones, describían situaciones
de la vida cotidiana en las cuales personas tipos estaban en la situación
de recurrir a sus conocimientos para resolver alternativas precisas
a través de las cuales Shurtz podía explicar al lector
cómo en ese ejemplo específico con que ilustraba su
teoría, la recurrencia al acerbo, la tipicidad y la significatividad,
entraban a conformar una forma de conocimiento en que se relacionaban
los elementos propios al conocimiento previo y los elementos propios
a los aspectos específicos o nuevos de la situación
en que Shurtz situaba a sus personas tipos, según estos requerían
recurrir a acerbos que se encontraban pasivos y no precisamente entendidos
como conocimientos.
(11)- En relación a mi concepto de performatividad entre todas
las acepciones existentes sobre el concepto de performatividad la
que me resulta más afín, es la que discutió Austin.
En el concepto de “performatividad” que desarrolló
el lingüista nórdico este definía la performatividad
en la “teoría de las frases” como una forma de
los îlocutorios en el lenguaje, y de “los perlocutorios
en el lenguaje”. Para Austin, a diferencia de las frases usualmente
remitidas en lingüística teórica en la tercera
persona del singular o el plural, del tipo, “Alfredo caminó
por el parque”, las frases “performativo-ilocutorias”
y las perlocutorias son aquellas que suponen en si mismas la relación
a una actividad en la que la performance cotidiana que esa actividad
supone está inmediatamente relacionada, frases del tipo, “cierra
la puerta”, “alcánzame la mochila”, “espérate,
voy a la vuelta a comprar café, regreso en un minuto”,
todas las cuales están relacionadas a los deixticales de espacio
y de tiempo según los cuales ese sujeto y esos sujetos están
en la actividad performatica cotidiana inmediata.
Esta acepción Austiniana del concepto de performatividad consistió
en mover la cuestión del performance hacia la teoría
de las frases y los enunciados. Sin embargo, encuentra sus antecedentes
tanto en el positivismo lógico nórdico como sobre todo
en la investigaciones filosóficas de Wittgenstein. Para quienes
estén interesados en ampliar sus lecturas sobre las acepciones
de Austin, leer directamente su libro “De cómo Hacer
Cosas con Palabras”.
Existe un contrapunto, sin embargo, que quisiera definir como productivo
muy interesante que le hace Derrida a Austin en su libro Márgenes
de la filosofía. Mientras reconoce la importancia de la lingüística
austiniana sobre la performatividad, en su intención desfamiliarizadora,
Derrida le reprocha a Austin el que sus performativos se encuentren
aun demasiado supeditados a un sujeto autocentrado que requiere de
la relación a un mundo predicativo a la ves que le reprocha
lo que el mismo reconoce como un lateralismo, concepto este, pensamiento
lateral, que he definido como central en y a la etnografía
y la antropología, así como en general para toda forma
de la relación antropología-lingüística.
El carácter de sujeto provisto de un mundo predicativo ciertamente
continua manteniendo los performativos de Austin como eficaces para
el análisis y el trabajo respecto a lenguajes y ordenes de
realidad discretos y mensurables, tácitos, en los términos
en que en un pensamiento objetivador le requerimos, considero así
el lateralismo austiniano imprescindible para las ciencias sociales,
la antropología y la etnografía, en tanto las exigencias
Derridarianas no dejan de revestir una gran significación que
llamare productivista según la cual no les podríamos
simplemente diferir en su lado desfamiliarizador, sino también
reconocer en todo aquello que suponga movilidades, viajes, transportaciones,
dislocaciones, alternatividad o alternancia de los medios y las formas
de acuerdo a variabilidades que se tornan irreductibles a contextos
como aquellas que suponen no ya sólo formas de lenguaje como
la superposición, la yuxtaposición, el collage, la sinécdoque,
la metonimia y el montaje, sino también velocidades irreductibles
como aquellas correspondientes a las telecomunicaciones y el internet,
(Jacques Derrida, Escritura y Telecomunicación, comentarios
a Austin en Márgenes de la Filosofía”).
Tampoco debemos dejar de reconocer, además, a pesar de mantener
mi acepción de performatividad mas próxima a Austin
que a Derrida, el modo en que la disyunción Derridariana desarrolla
en forma abundante a lo largo de sus varios capítulos las posibilidades
de la estética de trabajar en relación a la sensibilidad,
que el mismo refiere y discierne en su Filosofía de espacio
y tiempos como filosofías de la geometría en Ousia and
Grammar. Así, mientras podríamos objetar a Derrida una
sobreestetización, preguntándole desde Austin, cierto
es que preguntándole desde otras formas de la estética
previas y simultaneas, tendríamos que agradecerle, y no sería
justo dejar de reconocerle, el haber movido la estética hacia
la sensibilidad según una Filosofía de la en que esta
puede trabajar –en tanto la estética requiere siempre
la relación al tiempo y el espacio, en formas, por valerme
de su misma expresión, inteligibilizadoras, alrededor de mundos
bastante más mensurables y objetivos, concretos y fácticos
de lo que otrora la estética habría podido. Si remito
este reconocimiento específico a Derrida a su ensayo de comentarios
sobre Austin, no es porque en su libro no encontremos párrafos
que podrían ser referidos o citados en varios capítulos
para respecto a la relación entre estética y sensibilidad,
sino porque precisamente, si algo considero performativo en este libro
de Derrida es precisamente el modo en que hace esto.
(12)- He de aclarar aquí muy nítidamente que si no refiero
a Derrida respecto a autores de el positivismo lógico, no es
sino porque el mismo Derrida quiere situar su filosofía –aunque
posterior en términos cronológicos--, como si esta fuera
anterior al positivismo lógico arribando a este como si en
sus propios libros y de acuerdo a sus propias lecturas, hubieran arribado
a este Hegel y Hurssell. No quisiera dejar de precisar aquí
que en su ensayo sobre Ousia and Gramma si bien para ese entonces
muy imbuido aun en asuntos que mueven sus análisis más
hacia una esotérica filosófica que propiamente hacia
una gramatologia –dirección en la cual me significan
más sus análisis, Derrida ofrece análisis filosóficos
sobre el concepto de espacio que comparto y considero muy significativos.
Derrida no refiere ni relaciona esto, sin embargo, a una filosofía
sobre el espacio el concepto jakobsoniano de contiguidad.
(13). No quisiera dejar de precisar aquí a modo de cierre tres
referencias respecto a mis conceptos de género y dispositivos.
Por un lado Los Géneros del Discurso de Svetan Todorov es una
referencia indispensable. La noción de dispositivos, sin embargo,
es específicamente desarrollada por Michael Foucault en Las
Estrategias del Discurso. De modo que las formas genéricas,
aunque en un sentido podemos entenderlas como formas predadas, conocemos
de hecho cuales son las especificidades de géneros, el ensayo,
el cuento, el reportaje, cuando estamos decididos a escribir en uno
y no en el otro, pero disponemos también de la distancia suficiente
para decidirnos por uno y no por el otro, o por la relación
entre estos y aquellos modos genéricos, y no entre aquellos
otros y los otros, según sea esta y no aquella otra la cuestión
que queremos desarrollar o traer al primer plano.
Finalmente también Frederic Jameson desarrolla un concepto
interesante similar al de Foucault cuando se refiere a disponibilidades
en uno de sus ensayos en el que razona que una de las peculiaridades
de lo que entendemos por postmodernismo es precisamente que con este
se abre la era en que el creador y el escritor disponen de los medios
de que ha de valerse como situado frente a un espectáculo de
disponibilidades posibles.
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