Artists Entrance: Five Exhibits at Rice University
Abdel Hernández San Juan
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The Exhibit of the Exhibit
Lejos de prestar atención al mercado del arte
en sí mismo o a las relaciones entre ese mercado del arte y
un mercado más amplio como una forma de cultura distanciada,
en ocasiones nuestra atención también puede reparar
sobre la propia situación en la que se encuentra un artista
que es invitado a exponer una muestra en otro país y ciudad
a cientos de miles de kilómetros de distancia geográfica.
Lo que deviene aquí distanciado es entonces la propia situación
de hacer algo desde una realidad citadina, geográfica y social
dada, para ser llevado y expuesto en otra realidad citadina, geográfica
y social en principio para ese artista desconocida. El asunto al cual
prestamos atención y el cual se distancia entonces puede definir
de por sí algo que siempre sucede cuando un artista es invitado
a proponer una obra para ser expuesta en lugares distintos, podríamos
decir, de hecho que siempre en cualquier caso, un artista está
expuesto a esta circunstancia con la única exclusión
de aquella ocasión en que el artista expone en la misma ciudad
en la que vive y con la única excepción de que aquí
los artistas han hecho de este fenómeno el objeto de su atención
y distanciamiento.
Tratándose de algo tan rutinario y frecuente a la experiencia
de cualquier artista es, sin embargo, algo sobre lo cual extrañamente
se repara, algo que prácticamente nunca es distanciado para
ser visto y entendido como un tema a ser tratado o una situación
a ser objetivada. Aceptada pues dado su carácter rutinario
como una realidad tacita e indiscutida para el artista, cierto es
que esta conforma de por si aquel aspecto de cultura que mas define
nuestras condiciones de posibilidad, nuestras disposiciones y nuestros
límites en lo que respecta a realidades distintas, dos ejemplos
son traídos al primer plano en la muestra Arguing with Betara
Desa de Juan José Olavarria y Ernesto Leal que expuse en el
farish Gallery de la escuela de arquitectura de la universidad de
rice como una de las muestras de mi pequeñita curaduría
de siete en la primavera de 1997.
Se trata aquí de la propia situación frente a la cual
está el artista traída al primer plano en dos modos,
el primero de estos modos es el de el turista y de la relación
turística con un lugar que resulta para nosotros nuevo, provisto
de alguna novedad o respecto al cual, en caso de conocerlo, nuestra
relación a el, desde que es turística, se modifica,
siéndolo desde ese momento en forma peculiar, el llamar mas
nuestra atención a como es ese lugar, el abrir nuestros sentidos
al esparcimiento o disfrute de lo que ese lugar ofrece como su peculiaridad
o carácter distintivo, formas en las cuales típicamente
no le percibimos, es esta la relación entre una forma de vida
y cultura que se inserta en otra forma de vida o cultura para disfrutarla,
esparcirse en ella o conocerla.
El segundo de ellos, es la relación que experimentamos respecto
a lo desconocido, implícita también en la misma situación
en que esta el artista el proponer una obra que realiza en un contexto
y se lleva a exponer en otro, se trata aquí de la figura del
cosmonauta, que sale desde unas condiciones de vida en las que se
alimenta y habita corporalmente de un modo, hacia otras condiciones
de vida, aquí la expedición a la estratosfera o a un
planeta lejano entendida como una misiva de exploración, conocimiento
de lo desconocido, búsqueda de novedades, relación con
lo inesperado.
Estamos de hecho entrando a la galería de el faris Gallery
en la escuela de arquitectura de la universidad de rice y mientras
dejamos atrás nuestra lectura en las paredes exteriores de
el titulo de la muestra, los datos de los artistas y varios agradecimientos
que hemos situado a nuestros contribuyentes, vemos que otros espectadores
hacen lo mismo disponiéndose a entrar. Percibimos desde aquí
respecto al conjunto de la muestra dos distintos modos en que Juan
José Olavarría, plástico venezolano, y Ernesto
Leal, plástico cubano, se han decidido a desenvolver y recrear
los dos ejemplos antes referidos. Como conjunto la hermosa galería
se ofrece a nosotros en dos niveles, planta baja y mesanina.
Percibimos que en la planta baja los dos ejemplos han sido primero
explicitados, entrando sobre la izquierda los dos primeros conjuntos
de obras se dedican a ellos, un ready made de un pentagrama musical
en madera donde en el lugar de las partituras, podemos abrir y recorrer
una revista turística sobre la ciudad de Houston, inicia la
muestra, en tanto le continua una extensa mesa de comer vestida en
mantel blanco con dos hileras de platos en los cuales los artistas
han distribuido las capsulas con que los cosmonautas se alimentan
en el espacio sideral, un inmenso paracaídas cae semiabierto
aquí pendido desde el techo y en la pared de fondo, realizada
en aserrín y cemento, leemos compacto el texto Barbicue, que
es la comida típica de Texas. Esta alusión a tipicidades
texanas es recreada con unos pocos elementos adicionales relativos
a carruaje y montura de caballo. Los dos ejemplos inician así
la muestra en tanto percibimos que lo que le sigue son desenvolvimientos
desde distintos ángulos de las dos mismas cuestiones que respecto
a la situación misma del artista que referíamos al inicio,
los dos ejemplos explicitan. Uno de estos ángulos viene a ser
el cartográfico, se trata aquí de la relación
entre dos cartografías, aquella de la ciudad de valencia, en
que los artistas hicieron la muestra, y aquella otra, de la ciudad
de Houston, trabajadas en una sola cartografía inventiva realizada
sobre una tela curtida la cual a su vez es la tela de una cama elástica,
en que la misma está expuesta, sobre ella se despliega el mapa
de ambas ciudades.
El segundo de estos ángulos es aquel relacionado a la producción
física de la muestra incluyendo su elaboración en valencia
y su montaje en Houston, que los artistas han abordado exponiendo
sus cartas y documentos enviados y recibidos a y de la escuela de
arquitectura de la Universidad de Rice en que se expondría,
relacionadas a la anticipación y requerimientos de montaje,
y una serie telmos plásticos en la pared expuestos, poetizando
aquellos usados por trabajadores tanto aquellos quienes les ayudaron
en Valencia como aquellos que abrían de relacionarse al montaje
de la muestra en farish Gallery, también se interpone en el
medio una pieza confeccionada en aserrín que consiste en las
patas traseras de un caballo trabajadas como si fuera un taburete
o lugar donde se puede colocar un libro realizado por ambos artistas
como una colección de páginas con sus dibujos.
El tercero de estos ángulos es aquel en que los artistas han
trabajado desplegando sobre el piso una hilera de plantas creciendo
en la tierra dentro de bolsitas plásticas negras seguida por
una hilera en similar disposición de por cada planta un cojín
en el cual los espectadores pueden sentarse sobre cada uno de los
cuales han cocido nombres de intelectuales europeos de fin de siglo,
un cuaderno de apuntes con sus dibujos en el proceso de realizar la
muestra y unos breves párrafos de cita a Bateson.
El cuarto de estos ángulos es el mediático, definido
por la disposición de dos televisores en cuyas pantallas se
ve de forma continua la imagen en uno la respiración de uno
de los artistas, en el otro, la respiración del otro, ambas
como la imagen de la respiración se expresa sobre el área
inmediata por debajo del pecho, por encima de la barriga. El quinto
y último de estos ángulos, aquel desarrollado en el
nivel mesanina se define por la situación misma que definía
al principio los artistas traen al primer plano con la muestra y que
los dos ejemplos del turista y el cosmonauta explicitan, la pregunta
misma que centra el conjunto de la muestra, Como es la Ciudad de Houston,
escrita con J Jiuston?, escrita sobre pizarra, frase acompañada
por algunos elementos tales como exvotos hechos por los artistas en
la ciudad de valencia en que determinadas personas piden cosas, cual
se le pide a la virgen maría, un hueso de cabeza de toro y
una tela de toreo. La muestra se titula discusión o argumentos,
en ingles Arguing with Betara Desa.
The Travels Collage
Una modalidad distinta a su vez a las dos anteriores es la de los
viajes y la de nuestra relación a estos, explicitada por Surpik
Angelini, se trata en cuestión de una exposición casi
enteramente basada en postales de viaje recolectadas por la artista
a lo largo de sus viajes por EUA y Europa, en su mayoría postales
adquiridas en museos de bellas artes muchas de ellas relativas al
arte griego, inventariadas, recolectadas, retrabajadas y expuestas
en el espacio galeristico en distintos modos. Subimos las escaleras
hacia el Rice Media Center Art Gallery para encontrar el primer conjunto
de postales de viaje trabajadas estas en las forma de collages, estas
se encuentran montadas en marcos de madera cruda con paspartús
desde los cuales pende de cada una de las seis una tela de ceda tenida
en un rosado sobre cada una de las cuales en caligrafía manual
la artista a escrito sus poemas escogidos.
Desde la visual de esta primera entrada podemos percibir que el segundo
grupo de postales de viaje se encuentra desplegado en la extensa pared
de fondo, se trata esta vez de cien marcos cuadrados de aproximadamente
18 centímetros de ancho, alto y profundidad cada uno como pequeñas
cajitas de madera recubiertas en cera y tenidas en siena cada una
con su cristal, un collage de postales de viaje recolectadas y paspartú
de espejos los cien irregularmente expuestos, en tanto el ultimo conjunto
de postales de viaje las encontramos en la penúltima sesión
de la galería esparcidas sobre el piso de madera de la muestra
interpuestas por copas de vino sobre el mismo piso conformando un
ancho y largo delimitado por tiras de tela que vienen de la pared
al piso y sobre las paredes una colección de regalos hechos
a la artista por varias de sus amigas tejanas en distintos periodos
de su vida.
Quedan, sin embargo, a pesar de estar en el primer plano de su muestra
el tema de los viajes y las postales de estos recolectadas y guardadas,
varios elementos significativos que explicitar en su muestra. El primero
de estos elementos es la relación que su muestra establece
con el espacio de la galería como un conjunto, el hecho de
que la artista recubre todas las paredes de la galería con
una tela de gamusina, desde los límites de la pared que colindan
el piso hasta aquellos que lo hacen al techo, color siena, el segundo
de estos elementos, son cuatro piezas en las cuales no incluye postales
de viaje ni alusiones explicitas a estas. La primera de estas se percibe
desde la misma entrada, consiste en una parte de la tela continuamente
adherida a la pared, que por un momento se despega de aquella deviniendo
el tapete de una mesita que recubre sobre el cual la artista ha colocado
una pequeña tasa blanca en porcelana para tomar el café.
La segunda de estas piezas se percibe desde la misma visual pero esta
vez sobre la izquierda, esta consiste en una silla colocada de frente
a la pared enteramente recubierta por cabellos de la misma artista
recolectados a lo largo de su vida después de cortárselo
y, sobre la altura de un posible espectador que estuviere sentado
en la silla, cocidos a la tela general que recubre la pared, varios
rectángulos de pequeñas telas, sobre las cuales se leen
en caligrafía, poemas escritos por la artista. La tercera de
estas piezas es una máscara de espejos que la artista ha colocado
sobre un pedestal, la cuarta de estas piezas son muñeco y muñeca
de trapo pertenecientes a sus abuelos, que la artista ha cosido ambos
a la tela de la pared acompañados por trenzas de cabellos de
su abuela. La última de estas piezas no es, sin embargo, una
de Angelini, sino antes bien, un performance por la artista México-americana
Gabriela Villegas a quien Surpik a invitado el día de su inauguración,
pero para quien a dispuesto un cubilo en madera negra cerrado sobre
sí mismo. Abriendo pequeños orificios por los que los
espectadores pueden mirar, el día de la inauguración,
Villegas, embarazada, con una linterna, ha iluminado su rostro y su
barriga.
Art and Recycling
Otra modalidad es aquella que definimos como social más cercana
a las preguntas de un arte que se pregunta y explora como ampliar
su alcance social moviéndose hacia espacios a los cuales el
arte difícilmente llega o desde los cuales difícilmente
la gente va a los museos de arte dadas sus condiciones de vida. Se
trata en resumidas cuentas de una gran instalación desarrollada
por el artista venezolano Juan Carlos Rodríguez inspirado por
y en homenaje a una chatarrera, recolectora y recicladora de latas
y material de desechos en la ciudad, con quien previamente Juan Carlos
había expuesto dos muestras en Caracas en la galería
de arte de la fundación Mendoza y en el Museo de Arte Contemporáneo
Mario Abreu.
No se trata esta ves como en las anteriores de muestras que Juan Carlos
realiza con la participación de Maira, sino antes bien de una
instalación de Juan Carlos solo, desarrollada con grandes cantidades
de sabanas recolectadas en el barrio con los nombres de aquellos a
quienes pertenecen diminutamente escritos en las mismas y tendidas
por el artista en un sistema de tendederas desplegado en los espacios
expositivos del Rice Media Center sobre un área delimitada
en el piso por resmas de cartón corrugado y pendidos sobre
columnas de maderas tomadas del barrio recicladas y retrabajadas como
ensamblajes, la ambientación del espacio incluye un sonido
general de la gente en el barrio mientas lava la ropa, cubos plásticos
llenos de agua a distintos niveles, un video de Juan Carlos con Maira
en el Barrio y la documentación de un breve performance al
respecto expuesto por Juan Carlos el día de su inauguración,
paginas de una novela de Maira sobre la vida en el barrio son desplegadas
sobre la máquina de coca colas de esta parte en el Rice Media
Center, en tanto pequeñas biblias y libritos de la religión
cristiana están adheridos a los ensamblajes de madera.
The Work Technical Card as Work
Otra modalidad es Curriculum Vitae la muestra desenvuelta por el artista
cubano Lázaro Saavedra quien en el lugar que abría correspondido
a obras de su exposición, expuso un sin número de ficheros
en escritura y texto sobre cartulinas de mediano formato en los cuales
hace un inventario meticuloso de muestras suyas anteriores precisando
en cada uno titulo de la muestra, fecha de presentación, materiales
utilizados en las obras, características técnicas de
estas, desglose de artículos y publicaciones de prensa publicados
sobre las mismas. Se trata aquí de la modalidad autorreferencial,
el hecho de tratarse intencionalmente de una exposición del
artista cuyas obras consisten precisamente en llamar la atención,
intratextualmente, sobre aquello que define a un espacio expositivo
de arte y en este a un obra de arte, autor, titulo, los desgloses
referidos, y, sobre todo, de reinventariar ocasiones anteriores como
un modo de mirar el arte hacia sí mismo y la institución
en que se define y redefine. Es significativo en la muestra de Lázaro,
dado el material desplegado en estos ficheros obras, la atención
que se da en los mismos a una tipologizacion de los tipos de públicos
y a distintas reacciones de estos en las distintas ocasiones de sus
muestras, es significativo, también, el modo en que Lázaro
llama la atención sobre el hecho de que por lo general un fichero
incluye demasiado poco en relación a todo aquello respecto
a la obra sobre lo cual el artista querría informar, el fichero
o ficha, una pequeña tarjetica en la que apenas se ponen el
título, el autor y la técnica de la obra, aquí
es redimido y traído al primer plano, tratado en sí
mismo como obra a la vez que al pasar a ser la obra esto le permite
desplegarse deviniendo el fichero mismo en todo un medio para desarrollar
sobre la relacion entre la obra y sus públicos.
Regarding the Inmaterials, Lyotard at Pompidou
Cuando a mediados de los años noventas recibí el catálogo-caja
de la exposición desarrollada por Jean Francois Lyotard en
el museo de arte de el Pompidue no podía creer hasta donde
había llegado la experimentación con el principio Duchampiano
de el ready made y sus subsiguientes formas conceptualistas de envolver
las convenciones asignativas de la institución arte en el concepto
mismo de lo que entendemos como arte, la galería como cubo
blanco, el espacio vacío, la venta de cinco metros cuadrados
de tierra en el mercado bursátil, todo esto en las instituciones
artísticas de posguerra, era sólo un atisbo insipiente
y tímido de lo que tenía frente a mí. Cierto
es que en los ready mades, según la tradición que inicia
Duchamp, los espectadores están frente a elementos, objetos
o signos tomados de universos de la vida cotidiana en los cuales estos
no son entendidos como arte, es cierto también, que desde el
lado de esas instituciones artísticas, semejantes objetos no
habían sido contemplados previamente como arsenales propios
a los acerbos técnicos y visuales de las bellas artes, al menos,
sin embargo, la sensibilidad que les escogía era una artística
emprendida por un plástico quien los traía desde espacios
citadinos y sociales hacia la institución artística.
Lo mismo podría decirse respecto a los juegos con los principios
instituyentes de las convenciones sobre lo que es o no arte en el
tipo de cosas que hacían los conceptualistas ortodoxos. En
la exposición de Lyotard lo que uno tiene frente a si es literalmente
una caja de arte con todas las peculiaridades, minuciosidades y exquisiteces
propias a una obra de arte que es presentada a lector y espectador
en ese modo, la misma forma en que hubieron de hacerlo Duchamp y otros.
No se trató, sin embargo, como en El Castillo de la Pureza
o La Apariencia Desnuda de Octavio Paz de el libro de un crítico
de arte quien comenta o discute incluido su libro en la caja, la obra
de un plástico, Duchamp, sino antes bien de una modalidad en
la que el mismo Lyotard como Duchamp es el que hace la obra desarrollando
la caja que corresponde a su exposición, sólo que esta
vez es el mismo creador, Lyotard, quien incluye sus textos filosóficos.
Pero mientras el lector y espectador de arte no dudan un atisbo en
asegurar que se trata de una práctica correspondiente y perteneciente
al mundo de arte, las cosas no son tan simples como a primera vista
parecen. Sabemos que el despliegue museográfico sobre la escena
museística de arte, es realizado por un filosofo no un artista
y no tanto en el sentido de no haberse formado en institutos de bellas
artes, sino por tratarse de quien antes y después de esta muestra
no ha hecho otra cosa que el tipo de cosas que hacen filósofos
y no aquellas que caracterizan a artistas plásticos o curadores
de arte. No tanto, tampoco, sin embargo, porque su muestra dejare
de ser estética en tanto si a esta uno ha de atenerse aquella
era en realidad, según se percibe en la caja, el inventario,
el muestrario y el catálogo, explícitamente bella y
original, sino porque el tipo de cosas a las que prestaba atención,
el modo de recogerlas y la forma de inventariarlas, sobre todo de
relacionar los elementos en ella, los fragmentos o partes y el conjunto
estético, estilístico y visual, eran los de quien desenvolvía
un modo de hacer filosofía en un nuevo media valiéndose
para ello de el ready made artístico.
Mientras Lyotard se hacia eco de una relativización extrema
sobre alguna esencia o inmanencia que pudiere adjudicarse a la filosofía
como propia, algo que en otro modo hacían también Derrida,
--Márgenes de la Filosofía y Gillez Deleuze, Qué
es la Filosofía?, el museo de bellas artes jugaba otro tanto
a explicitar lo inverso hacia el arte mostrando cómo, por un
lado, al igual que el arte respecto a sí mismo, también
la filosofía se niega a sí misma en sus esencias o inmanencias,
por el otro, la belleza y aceptabilidad artística de una museografía
filosófica --estética y bella, así como la posibilidad
de que la exposición de un filosofo pudiere ser valorada desde
parámetros de bellas artes, según se recurría
en ella a un recurso como el ready made y a otros como la museografía
de sala, la caja y el inventario.
Qué era entonces propiamente lo que hacia Lyotard?. Se trataba
acaso, como se hace explícito en sus libros de filosofía,
del ejercicio práctico de una forma de eso que en sus propios
libros de filosofía habría desarrollado como una forma
de la economía del texto?. Se trataba antes bien de una economía
estética traducida en sus correlatos textuales, elementos,
modos, visualidad de los fragmentos, etc., anticipando en lo posible
las expectativas de sus dos tipos de prospectus auditórium,
aquel de filósofos y aquel de artistas plásticos, curadores
de arte y museógrafos. Lyotard intercambiaba así dominios,
aquí los del filosofo y los del artista plástico, los
de él filosofo y el museógrafo, dominios que contemplaron
la inversión de principios de convención básicos
tales como aquellos relativos al acto instituyente que asigna pertenencia
a las prácticas simbólicas. Que una filosofía
no se hace con ready mades de objetos, desplieges museográficos
instalativos, repisas, catálogos-cajas y diseños de
artes visuales, es algo obvio, pero que no se hace en un museo de
bellas artes lo es aún más.
Cómo entenderían entonces otros filósofos en
su gremio la exposición de Lyotard?, esta es una buena pregunta.
Probablemente para unos los más emprendedores Lyotard recurría
a un modo de filosofar experimental en el que esta, la filosofía,
sin perder sus especificidades, tomaba prestados de el arte sus medios,
estos permanecerían en el lado de la disposición instrumentalizada
de un medio exógeno, para otros, más impresionados hacia
el nivel de permeabilidad con que Lyotard para ellos siempre inconfundible
filosofo les llega imbuido y aceptado por el museo de bellas artes
Lyotard simplemente se ha pasado hacia el arte desde cuyo campo les
retorna ahora como filosofo en los medios de este, para otros más
conservadores respecto a las mismidades propias a sus especialidades
y acerbos profesionales, las relaciones entre especificidades y convenciones,
inmanencias y medios, esencias y vehículos, se trataba de un
modo de inseminación de los simulacros próximo a un
transvestismo de las esencias. Artilugio?, mera seducción?,
juego con la visibilidad en la economía de los efectos de correspondencia?.
Desde el arte, para unos, aceptado en sus propios espacios, la pregunta
se reduce a si están buenas o no la muestra, el catálogo
y la caja de Lyotard. Y la respuesta en mi consideración es
que está muy buena, artística y estéticamente
hablando. Por los motivos referidos no quedaran, sin embargo, ni Lyotard,
ni su exposición, ni su caja, recogidos en la historia del
arte incluso aun reconocidas como buenas. De que se trata entonces
en definitiva?. No podemos dejar de aducir que probablemente otros
nada sensibles, aquellos más aferrados a la historia del arte
insensiblemente desestimen el talento, la creatividad, la inventividad
y la innovación de Lyotard como creador en favor de la distinción
y acumulación de el capital centralizado de autoridad, esos
que probablemente dirían, “lo que los historiadores del
arte y profesionales en las bellas artes vemos en la muestra de Lyotard
y la razón por la cual esta debe ser de interés para
el gremio, es porque en ella pueden ver sus propios métodos”.
Repararían ciertos artistas insensibles también, acaso,
en que lo que los artistas deben ver en la muestra de Lyotard son
sus propios métodos?, el ready made duchampiano, la museografía
de bellas artes, el catálogo de artes visuales y la caja inventario,
por ejemplo? o se concentrarían más sensiblemente en
admirarse de la creatividad y el talento, la inventividad y la osadía
con que Lyotard ha desarrollado artista plástico o no, con
estos, admisible o no en la historia del arte, su propia obra y su
propia creación?. Y cierto es que sólo insensibles mediocres
repararían en cosas tales.
Preciso es decir, sin embargo, que el principio de la inmaterialización
en los modos de él filosofar está estrechamente relacionado
con la relativización de las relaciones entre esencia, inmanencia
y sustancia, el dar la esencia de una cosa por otra, o el dar las
impresiones de sustancia de unos tipos de cosas correlativizadas en
sus fenoménicos desmaterializados, por otros tipos de cosas,
algo que Julia Kriteva define en El Tiempo Sensible como Transustanciaciones
notable en los modos en que la filosofía en el siglo XX, Adorno
en la Teoría Estética es un nítido ejemplo aquí,
generaba más que diagnosticaba aduciendo perdida evidencia
en el horizonte referencial, el arte en este caso, lo que en realidad
correspondía a la inmaterialización, continuadora de
Hegel, de los modos mismos del filosofar. Según otros aun más
conservadores o en su defecto, simplemente escépticos y nihilistas,
Lyotard simplemente jugaba a una economía de la estética
de lo bello en los albores tanto de la antifilosofia como del ansiarte.
Según la vanguardia europea de principio de siglo XX se trata
de la disolución de todo en lo demás, desmaterialización
e inmaterialización de el arte y la filosofía en una
espiritualidad más amplia, el alma o simplemente la vida como
le definieron The Stil en el abstraccionismo, “el arte que se
diluye en la realidad de el espíritu y la vida”, algo
que encuentra luego su correlato pos con la disolución del
arte también en la tecnología hasta sus actuales formas
en la cibernética, el internet y la fractalidad comunicativa.
Se trata en definitiva de elusiones esquivas a aquello que he definido
como los dilemas de la ontología en el siglo XX, algo que Boudrillard
ha definido como Intercambio Simbólico con la Muerte, fenómeno
que supone, bien nuestras predilecciones por la recuperación
espiritual de una modernización tecnológica y económica
exitosa que siempre, en la lógica-formal abstraída,
fue abstracta versus representacional, computadoras, ciudades modernas,
mercados financieros, servicio al cliente, pero que sufre los imperativos
de un modernismo por representacionalista, espiritualmente desecho.
O bien en su reverso, la retracción a toda disolución
y el regreso a una definición bien contorneada y resistente
al esparcimiento o disolución de lo uno en lo múltiple,
el arte aquí, la filosofía allá, los medias aquí,
la tecnología allá, el espíritu aquí,
el ser en el otro lado, las especialidades y las profesiones, en definitiva,
a sus seculos. Algo similar, sin embargo, cabría preguntarse
desde nuestro gremio anfitrión, acá, en las artes plásticas,
la crítica, el teorizar, el filosofar y el museografiar de
estas. Por mi lado, he de admitir que recibí la caja de Lyotard
con inmediata simpatía. Mi reacción fue, de hecho, acoger
su experimentación filosófica en medios artísticos
desde el museo de bellas artes, en aquella ocasión el museo
moderno y contemporáneo de artes visuales a la vez que recomendar
en todos quienes podía su visualización y lectura.
Sin embargo, mi visión suponía un conocimiento de fondo
abstracto filosófico y empírico sobre las transgresiones
genéricas y los juegos de intercambios de dominios que aquello
suponía así como incluso un conocimiento sobre aquello
que probablemente el mismo Lyotard anticipaba, el hecho de que pudiese
simplemente aceptársele una relación de pertenencia,
relación la cual en ningún caso, excluiría que
como proveniente del gremio de los filósofos, Lyotard desde
ese momento habría de vérselas en un continuo editarse
a si mismo según contextos y auditórium disímiles
en realidad muy pocas veces conciliables tanto en términos
de preguntas, como de prioridades, de tecnicidades como de acerbos.
Y esto es algo que los cubanos cuando la cosa se pone incomoda le
llaman calabaza, que significa, se acabo el juego, cada quien para
su casa.Abdel Hernandez San Juan is a freelance writer, critic and
lecturer and among the most innovative and erudite practitioners in
the field of art and ethnographic research. He is the author of several
books and curator of "Artists in Trance". During his residency
in Houston he was visiting professor of theory in the Department of
Anthropology at Rice University. As Lecturer he has been teaching
at several universities, art spaces and museums in Caracas (Venezuela)
and the United States. He lives in Caracas, Venezuela, and also is
a professor of theory at the ISA, Published in London, England at
http://www.digitalcultures.org/Library/despues.html
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