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Digital Cultures Lab Research

These pages will display research outcomes and ongoing investigations inspired by the 2005 international DIGITAL CULTURES LAB in DANCE TECHNOLOGIES. Click on the number sequence at the bottom.

The workshop outcomes and commentaries are organized in the same sequential manner as the various research workshops and paths created at the Digital Cultures Laboratory. These workshops and paths, with reference bibliographies and 'libraries,' can be found under our main headers:

S T R U C T U R E . O F . W O R K S H O P S

R E F E R E N C E S

R E S E A R C H . L I B R A R Y

Ethnographic Publication Site

spanish version

Después de la Etnometodología

por Abdel Hernández San Juan

 

3- El Eclipse de la Evocación.

(english version: 3- The Eclipse of Evocation)

Entrada:

Nosotros sabemos que el viaje hacia el concepto de evocación nos trae a través de un camino liminal. Esta es la primera movida en la trayectoria que sigue el análisis a través del concepto: desear hablar de cosas sobre las cuales es difícil hablar. Estamos de acuerdo en la idea de dialogo valiendonos de correspondencias, pero sabemos, como decía Bajtin, que no hay dialogo si no hay contraenunciaciones en la formación misma de las frases. Esta es la segunda movida, desear hablar y en su lugar vernos aun llevados a escribir. En pocas palabras, tenemos un eclipse entre el qué y el cómo, aquello sobre lo que queremos hablar—el concepto de evocación—y el cómo, el modo de hablar sobre ese concepto.


Dado que no hay caminos predados, teórías previas, investigaciones enfocadas y tratados anteriores sobre este concepto, este ensayo será un primer análisis profundo al respecto. Comenzaré discutiendo ese lugar entreverado que desde la epistemología, epistemología de las ciencias, podría definir un lugar para el concepto de evocación. Allí, en ese lugar de pliegues, escucho un monologo sutíl escrito por Mark Twain. Desde el lugar de la epistemología que este monologo sugiere, discutiré el concepto de evocación y hablaré sobre la visión que tengo de la etnografía.


“Tengo casi un dia de edad—dice Eva en el monologo de Twain—mi arribo data de ayer. Esto debe ser suficiente, porque si hubo un dia antes de ayer, la verdad es que no advertí el hecho. Tomaré notas y espero que esto sirva como advertensia, Estaré vigilante de modo que si un dia anterior a ayer vuelve a ocurrir, no me pase inadvertido. Pienso que el mejor método es la anotación inmediata, para que no haya confusión, un instito delicado me dice que estos detalles será importantes en el futuro para el historiador. Soy un hecho experimental. Nadie puede experienciar más profundamente este sentimiento de ser un experimento. El sentimiento me lleva hacia la convicción profunda, puedo afirmarlo: soy un hecho experimental”.

El Monologo de Eva, Mark Twain

I- Crítica del Texto

Mis ideas sobre el concepto de evocación y sobre etnografía están en tensión con el concepto de escritura. En esta noción de escritura incluyo el sistema alfabético y fonético que trata de representar ambas cosas, la voz y el habla, por un lado, y la lengua con sus inscripciones en la escritura, por el otro, así como también al concepto de inscripción en general que cuestiona la noción de escritura entendida como representación y pone en su lugar lo que Derrida llamaba “grama” y “diferencia”. Al final, ambas nociones son escritura, la primera representa una palabra originaria en cada imagen gráfica (grafia) y la segunda niega esa transparencia poniendo en su lugar una inscripción diferenciada sin afuera. Ambas escrituras, que refieren a imágenes opuestas entre las cuales muchos otros conceptos de escritura pueden ser discutidos, me interesan teóricamente desde el momento en que al forman un texto, podemos desarrollar la crítica del texto.


El campo que la crítica a la escritura a abierto es uno basto y discontinuo. No habrían sido posibles las ideas significativas de Bajtin sobre bivocalidad y polifonía, por sólo citar un ejemplo, si no hubiera discutido la dependencia y el carácter derivativo de la escritura frente al enunciado vivo. Por otro lado, sin la opacidad que Derrida encontró en la escritura como un trazo desconectado de cualquier representación originaria, las reflexiones sobre el logocentrismo y la escrituralidad no habrían avanzado lo suficiente. También, como Foucault mostró en “Las Palabras y las Cosas”, ver los discursos como gramaticas espacializadas, como topografías de los sentidos y como enunciaciones escriturales, per


Significativos a nivel crítico en este sentido son los estudios cognitivos sobre escritura y lenguaje audible, las investigaciones de Havelock (1963-82), Goody (1977), Ong (1982) y Olson (1977-96) que, si bien en su tiempo estuvieron cargadas de un historicismo especulativo, hecharon lúz sobre los problemas de la contextualización en el hablar y la decontextualización de la escritura, así como sobre las relaciones de estas con la cognición.


Mientras algunos han resaltado la supremacía de la escritura sobre el habla en culturas diferenciadas, otros han argumentado sobre la fecundidad situacional del hablar en referencia a la deixicalidad y lo mnemotécnico en otras.Varios pasajes en la literatura sobre el aprendizaje de la lectura y la escritura debemos traerlos al primer plano también para analizar el concepto de evocación que, como verás en este ensayo, he propuesto situarlo en la investigación sobre los fenómenos del lenguaje relacionado, a las figuras tropológicas así como al concepto de voz; también son de interés estos problemas en teoría del aprendizaje de la escritura y la lectura para discutir el concepto de etnografía.


Podemos evocar en este sentido el ejemplo de St. Augustine cuando decía que leer es una forma oral de recitación en una voz audible y cuando luego precisaba que se puede leer en silencio. En cualquier caso, considerando que el campo es basto, prefiero dejar a un lado el problema ontológico sobre qué es y qué no es, cómo es o cómo no es la escritura.


En su lugar propongo que una analítica del concepto de evocación debe ser una crítica sobre el concepto de escritura como texto a favor de la voz, una crítica del texto. Es en la escritura donde por primera vez se forma el texto, en este la escritura deviene descontectada de la voz, así como al volverse texto la escritura no retiene su relación a la memoria oral y corporal deviniendo en otra imagen de la memoria. Incluso en sus formas más básicas en el lenguaje hablado mismo cuando hacemos referencias metaorales, cuando hablamos del hablar, aparece una imagen escrituralizada sobre el hablar referido la cual pareciera fijar, textualizar el hablar como lo hablado, el decir, como lo dicho, alejandose de la expresión.


Cómo he discutido a este respecto la escritura forma el texto no porque “realmente” garantice—la más fiel imagen de la memoria, como si fuera la supuesta imagen realmente verosimil e inscrita de la memoria, sino antes bien porque hace visible, a través de los efectos lineales de su geografía inscrita, un como sí resolviera los defectos que son propios al concepto de memoria cuando nos movemos desde nuestra memoria de las cosas hacia la imagen de la memoria que el texto crea como su efecto. El poder de la escritura no está dado, como se ha vuleto un estereotipo, en sus posibilidades de almacenar los datos no fijados de la memoria—concepto en torno al cual ha devenido la suposición errónea de que la memoria textual o la imagen de la memoria que crean los efectos textuales son algo así como las más fieles imágenes de la memoria real fijados en su irreductible potencial de fijar los datos, o incluso la creencia de que la memoria textual es realmente la memoria o realmente memoriza algo. Este no es su real poder, sino, por el contrario, aquel que consiste en inventar una idea de la memoria como si esta fuera acumulativa y textual. Lejos de almacener datos, la escritura en su linealidad inventa el texto, a diferencia de la naturaleza no lineal de la memoria. Y es en esta intersección entre la discontinuidad propia de la memoria como esta discontinuidad se expresa en las distintas formas de su imagen actual y la textualidad de la escritura, donde debemos situar el concepto de evocación, su análisis y su investigación en los dintintos medias en que se da y se expresa, palabra hablada, imagen visual, imagen acústica, etc.


La noción de texto es amplia desde el momento que tuvo en la pragmática (semiotica) hacia aquel otro que tuvo en la hermeneutica (interpretación). Sin embargo, cuando defino el análisis del concepto de evocación como una crítica de la escritura como texto, me refiero a ese desplazamiento que permite comprender su más represiva historia, cuando aceptada como memoria la imagen de esta que el texto crea en la escritura, cuando tomada la representación como identica a lo representado, se obvia que la representación es diferencia y se condiciona a aquellos sujetos representados según las imágenes que ese texto crea. Me refiero en este ensayo, por lo tanto, al concepto de texto en la perspectiva más general que es esa relacionada a la economía del lenguaje, el texto como archivo, como imagen prostética y artificial de la memoria, como acumulación, como artefacto, como regulador del remanente.


Una crítica de la escritura en referencia no sólo al concepto de evocación debe, sin embargo, moverse más allá de una simple crítica pues no se trata de perfeccionar la escritura para que sea una mejor representación en el lugar de lo representado, porque la representación misma es diferencia ante lo representado, sino de críticar su textualidad a toda costa. Debemos precisar que cuando escribimos, entonces y allí, estamos desprovistos de nuestras relaciones con nosotros mismos y con los otros. Estamos sumergidos, relacionamos las cosas a través de los indicativos que sugiere la gramatica, descubrimos que la escritura no es otra cosa sino un recuerdo de la lengua—el concepto de lengua entendido como institución, algo que nos viene dado tal como es, que la lengua nunca es recordada en su exterioridad y en su distancia ante la voz, que en la escritura.
La escritura es una actividad que discrimina entre el sentido de los discursos y sus contextos, incluso cuando al escribir simplemente hacemos descripciones. Para escribir tenemos que discriminar todos los sentidos y los significados que no pueden ser textualizados, estos son llevados hacia la periferia. En el hablar nosotros usamos el lenguaje y expresamos la voz, los significados y los sentidos se renuevan constantemente. No se trata, por supuesto, de obviar la lengua y su importancia, pero debemos reconocer—en la crítica del texto—en la analitica del concepto de evocación, en la investigación sobre estos fenómenos, que en su recuerdo de la lengua y en su ser recordada por la lengua, la escritura olvida al sujeto, no sólo pierde su relación a la voz, sino que el sujeto mismo de la voz y la voz de este son olvidados en la escritura.
El sujeto es además olvidado varias veces en la escritura y debemos permanecer atentos a esto en los ensayos. Cuando nosotros escribimos sentimos que reflexionamos mejor porque escuchamos silentemente nuestros pensamientos como en un tenue recital, pero cuando nosotros miramos el texto escrito, percibimos que la escritura esta pidiendo algo más, cuando la vemos allí escrita como texto, como imagen y pensamos en su continuidad percibimos que para llebarla en una dirección hay que considerar la dirección que ella quiere tomar, ella está pidiendo algo y eso que está pidiendo no siempre quiere tomar la forma y el sentido, la dirección que habría tomado si la hubiesemos movido desde la expresión de nuestros pensamientos, ideas y emociones.


A su vez, si nosotros no escuchamos lo que la escritura nos está pidiendo y nos concentramos simplemente en expresar nuestros pensamientos, la escritura comienza a detenerse, se para por intervalos, tenemos que dialogar con su forma y la forma que ella pide tomar cuando nosotros le queremos dar la forma que habría de tener para expresar nuestros pensamientos. Ahora bien, nosotros también debemos percatarnos que en este movimiento propia la escritura también quiere pensar por nosotros. Y es en este punto donde debemos pararnos. Los problemas de investigación y los problemas teóricos comienzan justo en este punto cuando el sujeto, reconociendo y entendiendo que su lugar puede ser omitido en la escritura, que su lugar puede ser emplazado por ese movimiento que la escritura misma pide y quiere tomar, se inventa a si mismo en la escritura. Nosotros sabemos en la filosofía del sujeto, en la teoría de las ciencias, que el concepto de sujeto remite a algo que siempre se inventa, que se inventa incluso todo el tiempo, incluso nosotros sabemos que queremos olvidar que esto es así, pero lo que debemos enfocar como problema crítico es ese momento en que el sujeto se inventa a sí mismo en el texto, en la escritura vuelta texto, porque tienen lugar en esta invensión del sujeto por si mismo en el texto varios problemas.


El sujeto descubre que está ausente de su propio lugar, que falta a su lugar y que se inventa a si mismo, pero lo que no sabe es que no es a sí mismo a quien inventa. Cuando se inventa a si mismo en el texto el sujeto se está moviendo sobre una exterioridad y esta exterioridad forma las imágenes espaciales de la memoria. Me refiero, por supuesto, al concepto de sujeto en todo lo que, entre un modo de inscripción y otro, nos remite a un concepto abstracto de sujeto, el sujeto del enunciado, de la enunciación. El momento en que esto ocurre en la historia de las lenguas, del habla, del texto, de la escritura, es dificil de reconstruir, pero es aquel que nos ha alejado de la voz, de la voz literal y de esta en la escritura e incluso dada en cualquier media cuando no es una voz literal. Me he referido a algo relacionado a una idea de memoria que es inventada por la escritura, no hay identidad ni relación de necesidad—en esta secuencia, podría haber sido cualquier otra.


Es precisamente esta imagen de la memoria la cual es texto la que permite entender el concepto de sujeto como olvidado varias veces no sólo en los emplazamientos que el concepto de subjetividad supone, sino en aquellos otros que tienen lugar en el tránsito de la temporalidad a la inscripción espacial, las diferencias entre el movimiento que la forma quiere y la que se le quiere dar, al representación espacial de la memoria obvia la invensión del sujeto por si mismo que tiene lugar en este emplazamiento y acoge el recordarse a si mismo según como la imagen de memoria es inventada por los efectos de la linealidad del texto con todos los trastocamientos que son propios a ese tipo de memoria ya de por si artificial, una imagen de la memoria que supone un ser recordado por otros.


No hay una relación de identidad y necesidad—cuando decimos esta es la forma—en la secuencia que parece ir desde la memoria temporal y corporal actual hacia la escritura, del mismo modo en que no hay una relación de necesidad en la secuencia que parece ir desde la escritura hacia el texto y con este a la memoria espacial, la secuencia podría haber sido cualquier otra. No viaja la memoria temporal a la escritura como si la forma de esta última captara esa sí del modo más verosimil y fidedigno, o como si fuera su expresión hecha forma, la inscripción que más verosimilmente la inscribe, porque en la secuencia que forma la escritura misma el sujeto tiene que dialogar con la dirección que esta pide para hacerla avanzar, no hay modo, además, en que la escritura pudiese tomar un curso que no fuere en arreglo a su forma. Y esta es la razón por la cual las instituciones nos parecen alienadas.


Si la escritura en su opacidad de diferencia no recibe su impresión del habla donde quedaría la voz, el problema de la voz no se encontraría en un lado o en el otro, sino en el hablar de esa forma, en esa forma en la que ponemos a hablar la voz en la forma y la no la forma en la voz. El concepto de institución, de hecho, se forma, nace, tiene su primer modo de llegar a la forma de ese quiebre originario entre lo temporal como evento y lo temporal como representación espacial.


Una crítica de la escritura debe conocer este quiebre primitivo entre la memoria temporal y la invensión de la memoria por el texto. En el acto de escribir nosotros tenemos la impresión de que la escritura fija—como si fuera un filme—lo que se ha recordado o dicho: Experienciamos la escritura como si en ella pudieramos retener los eventos y las cosas como ellas pasan en la temporalidad de la memoria. Pero es en la sensación de que podemos retener lo temporal precisamente esa en la que estamos en lo espacial sin recordar como fuimos nosotros lanzados en esa, hacia esa y por esa exterioridad. Estamos ahí en el reino del espacio, de la economía de los signos, la economía del lenguaje y del texto, el texto aparece entonces como la materia primera del poder y del capital. El texto que la escritura forma retorna hacia nosotros fortificado y deja en su periferia otra acumulación diferente a aquella que le hizo texto, toda aquella acumulación que la escritura desplazó, toda aquella que el texto obvio por remanente, por residual.


Nosotros debemos estar atentos a esta acumulación desplazada tanto en los procesos etnográficos como en los procesos artísticos, porque cuando la escritura se vuelve texto y pierde su relación a la voz, ya los sujetos no están en contacto consigo mismos, ni con los otros, ya no pueden hablar desde sus si mismos y a los otros bien comunicados e introspectivamente expresados, ya no tienen lenguaje, todo se mueve alrededor del texto. Es como en los parques donde la localización del monumento define todo lo demás como alrededores, todo, el yo, los otros, los datos, la experiencia, pierden su vivacidad, cuando el decir deviene lo dicho.
No puede haber evocación cuando la escritura y el texto se han vuelto más importantes que el trabajo de campo regulando todas nuestras relaciones con nosotros mismos y con los otros, todas las relaciones entre la interpretación y la experiencia, no puede haber evocación allí donde la escritura y el texto quieran determinar todas nuestras relaciones a los documentos y la relación a estos devengan en manipulaciones para formar climaxs dramáticos que sustituyan la riqueza de los procesos vivos, de sus dinámicas libres.


El concepto de evocación nos remite a la descentralización, a todos esos remanentes, residuos e incertidumbres que fueron reprimidos por el texto, cuando todos esos remanentes aparentemente insignificantes y subvalorados como restos, residuos o desechos vengan de retorno. Sin embargo, la noción de texto que estoy desarrollando aquí no es aquella cuya diferencia sería, como es la tendencia usual, el mundo de lo no verbal, porque este mundo también puede ser texto, sino antes bien la temporalidad. Quisiera aclarar que el concepto de transtextualidad que está supuesto en la forma como he enfocado el concepto de evocación, no necesariamente tiene porqué ser sólo una expresión de arte, como no necesariamente tiene que ser sólo una expresión de etnografía, aunque se desarrolle en proximidad al arte y le sea propio el umbral entre el arte y la etnografía porque debemos ser críticos también ante el hecho de que en el arte lo textual reprime los remanentes temporales, debemos valorar los procesos, tanto en arte como en etnografía.


Contrario a la dualidad proceso-texto se trata de valorar la poesis, un proceso abierto que incluye muchos procesos, obras, libros, pero los cuales no necesariamente tienen porque remitirse los unos a los otros, un trabajo de campo constante e ilimitado que se difine como proceso en múltiples sitios y temporalidades. No se trata de que la etnografía tenga que ir a buscar instrumentos en el arte como si estuviera embarcada en un viaje para recolectar fondos o a la inversa que el arte tenga que pedir fondos a la etnografía porque se trata de una crítica que es crítica de la ciencia y del arte, que muestra como ambas han reprimido sus propias etnografías.

(cont.)

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Workshop outcomes and further resarch developments in dance technologies continue here

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coordinated by Johannes Birringer (London)

 

 

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